Moderadamente correcta, la película de William Brent Bell ha sufrido quizá por su nefasta distribución
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De incierto futuro –quizá presente- comercial, The Boy no ha conocido estreno en condiciones en España aunque si ha tenido la fortuna de estrenarse, por ejemplo, en México, donde ha conseguido sus mejores cifras. Con un modesto presupuesto de 10 millones de dólares el film únicamente ha recaudado algo más de sesenta millones y solo en México amasó casi cinco lo que no está nada mal.
En The Boy hay básicamente dos películas. Bueno, si me apuran hay cuatro, pero no nos vamos a meter en berenjenales, nos quedaremos con las dos primeras. La primera de ellas es un film de terror al uso con muñeco peliagudo de por medio. Estas propuestas siempre han funcionado muy bien por poca mano que se le haya dado al director. En este caso el responsable de sacar adelante el invento es William Brent Bell, un cineasta especializado en el cine de terror responsable de títulos más o menos interesantes como Devil Inside o Wer.
En esta primera parte The Boy funciona muy bien aunque no nos estén diciendo nada nuevo y su guion sea un pelín previsible. Se advierte que Brent Bell sabe cómo manejar la cámara y cómo sostener los tiempos dentro del género lo que siempre viene bien.
El principal problema de The Boy es cuando descubrimos que en realidad la película no va de lo que parecía que iba cuando han pasado ya tres cuartas partes de metraje y además uno tiene la sensación de que le han tomado un poco el pelo. No es justo hacernos creer una cosa que no es. Otra cuestión es que la película funcione como cinta de muñeco peliagudo que se mueve aunque nunca lo veamos moverse pero otra cosa es que se nos utilice para hacernos creer algo que el propio director sabía de antemano que no era así.
Aun así, con todos sus defectos y todas sus mentirijillas, The Boy es una película que se deja ver. Resulta lo suficientemente funcional como para no sentirse en terreno desconocido y lo suficientemente efectiva e enigmática como para mantener el interés del respetable aunque al final sea más lo que uno espera que lo que resulte ser.
Otra cosa es el turbador relato que parece asomar por debajo de The Boy y que hace recordar a Suspense por el escenario, por la casa y hasta por la soterrada historia de amor lascivo entre el muñeco y su niñera. Pero esto sería ya, por lo menos, la cuarta película y hay que escarbar mucho para terminar viendo algo que en el fondo no estoy muy seguro de que se haya puesto conscientemente.