Uso abusivo de parlantes y trastornos en la salud entre las principales advertencias “Sonido inarticulado, por lo general desagradable”. Así define la Real Academia Española (RAE) la palabra ruido. El pasado 6 de agosto un grupo de ecuatorianos conmemoraron el Día del No Ruido con una iniciativa que tuvo eco, aunque con un promedio de decibeles que puede considerase aceptable.
Es que varios ciudadanos salieron a las calles con pancartas que rezaban lo siguiente: “No subas la voz, con el silencio se aprende mejor”, “Trabaja en silencio y haz que tu éxito tenga todo el ruido” o “El mundo y yo no somos compatibles”, indica El Universo de Ecuador.
Detrás de esta iniciativa está la Fundación Médica contra el Ruido, Ambiente Contaminantes, Drogas y Tabaquismo (Fumcoradt), el Colegio de Médicos del Guayas y el Instituto Tecnológico Superior Bolivariano (ITSB).
Uno de los principales objetos de crítica este año de parte de los organizadores de esta marcha -que contó con un gran colorido, afiches y globos- es el uso y abuso de parlantes por las calles de la ciudad, tanto en domicilios como en otros locales y hasta en automóviles.
“Se contamina el medio ambiente, lo destruye y se destruye la vida de los conciudadanos (…). Nosotros aconsejamos y siempre hacemos el llamado a la autoridad”, expresó Francisco Plaza, coordinador general de Fumcoradt.
Enemigo silencioso
Por su parte, el presidente de esta organización, Wilson Tenorio, habló sobre la importancia de concientizar sobre el enemigo silencioso. Es que entre otras cosas puede también puede generar trastornos en el organismo como pérdida de capacidad auditiva, pero también otros como aceleración cardiaca, estrés, falta de concentración e insomnio.
Contaminación sonora: más concientización
A diario quienes viven en ciudades se ven expuestas al ruido de manera considerable proveniente del tráfico, obras, ladridos de perros, además de los provenientes de lugares abiertos al público como discotecas y otros espacios dedicados al ocio.
Para muchos el exceso del ruido forma parte de la contaminación ambiental que puede genera incluso trastornos a nivel del organismo de las personas expuestas a éste, tal cual considera el propio Tenorio.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera los 70 decibles como el límite superior aceptado.
En América Latina varios países aún tienen una deuda en cuanto a generar mayores espacios de concientización y adecuación de normas. Un claro ejemplo es el de México, uno de los países de la región con mayor contaminación sonora. A nivel mundial también se destacan otros como Japón y España.
Es por todo esto que merece la atención un llamado a mejorar la legislación de los países vinculado al tema de la contaminación sonora que repercute no solamente a nivel medioambiental, sino que puede tener consecuencias graves sobre los seres humanos.
De esta manera parece tener cada vez más cabida la siguiente afirmación: en un mundo ruidoso, el silencio es saludable.