Las historias de Zhang Yimou casi siempre son historias humanas de personajes puros o que recuperan su pureza
Para ayudar a Aleteia a continuar su misión, haga una donación. De este modo, el futuro de Aleteia será también el suyo.
El maestro chino Zhang Yimou nunca decepciona. Son muchas las obras maestras que brillan en la larga filmografía de este representante de la llamada Quinta Generación del cine chino. Como ejemplo, basten sus dos últimas cintas que han llegado a nuestras carteleras: Amor bajo el espino blanco y Las flores de la guerra. Las historias de Zhang Yimou casi siempre son historias humanas de personajes puros o que recuperan su pureza.
Especialmente conmovedoras son sus narraciones románticas de amor esponsal, como en Camino a casa, película de la que encontramos ecos en la que ahora nos ocupa. En Regreso a casa, la trama amorosa tiene como telón de fondo una crítica sin paliativos a la Revolución Cultural de Mao Tse Tung. Lu Yanshi (Chen Daoming) es un represaliado de la Revolución que vive en el destierro haciendo trabajos forzados. En un traslado consigue escaparse y llegar hasta su casa pero justo cuando ve a su mujer (Gong Li) y ella a él, es detenido de nuevo.
Años después, ya liberado, cuando regresa a casa, descubre que su esposa, como consecuencia de aquel suceso, sufre de amnesia y no lo reconoce; continúa esperando el retorno de su esposo sin darse cuenta de que está a su lado.
Zhang Yimou nos cuenta en este caso un argumento más crepuscular y melancólico, con un guión de Zhou Jingzhi que a su vez adapta una novela de Yan Geling. Una iluminación y unos colores que transmiten tristeza, al contrario que la explosiva Camino a casa antes citada. Probablemente porque el acento está en la perversidad de una ideología política que arruina todo lo humano que encuentra en su camino, hasta el amor entre dos esposos.
No obstante, es tan heroica la fidelidad amorosa de Lu, que consigue conmover a pesar de la sobriedad con la que se nos presenta. Interesante es el personaje de la hija de ambos, crecida y educada en la mentira comunista, y que encarna la conciencia arrepentida de quien finalmente ha comprendido la gravedad de su error.
Una gran película, austera y sobria, que probablemente no se encuentre entre los mejores trabajos de su director, y que aún así, no hay que perderse. No son frecuentes hoy directores con una fe tan grande en el ser humano.