Los trabajos de restauración iniciados en 2013 siguen descubriendo joyas ocultas
Una de las basílicas más antiguas y sagradas del mundo sigue en pleno proceso de restauración: se trata de la basílica de la Natividad, erigida en el lugar que la tradición señala como aquel en el que nació Cristo. Declarada por la UNESCO como Patrimonio Cultural de la Humanidad en peligro en 2012, la Autoridad Nacional Palestina y un grupo de restauradores italianos asumieron la delicada y ardua tarea de reconstrucción en el año 2013, quizá sin siquiera sospechar que su labor rendiría frutos tan excepcionales: hace pocos meses, pocas personas pensarían que la noticia del descubrimiento del antiquísimo mosaico de un ángel sería apenas el primero de toda una serie de hallazgos.
Ahora, una serie de mosaicos en los transeptos norte y sur, lo mismo que un mosaico sobre el coro, siguen sorprendiendo a restauradores y visitantes por igual.
Los mosaicos del transepto norte, de acuerdo a la información publicada por el Patriarcado Latino de Jerusalén, corresponden a dos escenas posteriores a la Resurrección de Jesús: uno de ellos, la Ascensión de Jesús, en el que se ven además a la Virgen, once apóstoles y dos ángeles. La segunda, la escena conocida como “la incredulidad de Tomás”, en la que se ve al apóstol contemplando las llagas de Jesús.
Los mosaicos del transepto sur muestran, en una escena, la llegada de Jesús a Jerusalén a lomo de burro y, en otra, la Transfiguración en el monte Tabor. Lamentablemente, de esta última escena sólo se aprecian fragmentos del apóstol Juan, de rodillas, y de la figura de Moisés, sobre la montaña.
El mosaico del coro, por su parte, presenta la firma del artista “Ephram”, en griego y latín: un monje que habría acometido la labor “durante el mandato del emperador Manuel Porfirogénito Comneno, en los días de Amaury, rey de Jerusalén, y en el tiempo del obispo de Belén, Raúl, en el año 1169”.