Fray Anselmo mantuvo vivo el contacto con su familia en las Islas Canarias Luego de un incierto peregrinar realizó su sueño: servir a los demás en Perú. Partió de un pueblo ubicado al noreste de Islas Canarias en España para abrazar su vocación. Por casi 50 años consagró su vida al servicio de los más pobres, en el país andino. Anselmo Díaz se había hecho sacerdote Franciscano.
Sus valiosas virtudes humanas lo hacían sobresalir en donde se encontraba. Entre los 10 y 11 años tuvo que lidiar con las secuelas de la posguerra. Se afincó en Arafo (España), allí pasó su juventud. A los 22 años viajó a África para cumplir con el servicio militar y luego partió a Venezuela, recuerda su hermana Carmen Díaz, la menor de 5 hermanos.
La orden de Asís lo acogió en Perú. Su humildad, su entrega y su amor a los más pobres le valieron para que la reconocida estrella de Hollywood José Mojica, quien había entrado a la vida religiosa, lo alentara para el sacerdocio.
Labor Franciscana de asistencia en Perú
Con el alba ya estaba en la puerta del comedor. Un atento fray Anselmo recibía a los niños con un pan en la mano. Una vez dentro, comenta su hermana, los niños disfrutaban de grandes calderos de leche y chocolatada. Al mediodía, tocaba atender a los ancianos, y por la tarde a los adultos. “Mi hermano conseguía donaciones de Alemania y Canadá, país de donde mandaban el chocolate”, comenta Carmen.
Luchó y atendió con todas sus fuerzas a los niños, mujeres y ancianos más desposeídos. Además de trabajar en misiones en la selva, de 2000 a 2006 cumplió una importante labor como Superior Provincial de la provincia franciscana de los XII Apóstoles del Perú. Posteriormente fue nombrado superior del Convento de San Francisco de Lima.
Su intensa labor duró casi medio siglo en el país. Su hermana no olvida que en su pequeña habitación en el convento entraban y salían siempre, todos tenían un consejo que pedirle.
De Perú al cielo
Más de 600 personas eran atendidas a diario en el comedor que logró fundar en Lima. El 27 de junio partió a la casa del padre en medio de una desconsolada despedida de los más humildes.
“Mi hermano ha llevado el nombre de Canarias, su tierra natal, muy lejos a través de sus obras sociales y el amor a los demás. Un hombre de paz y humilde quien puso en escena la caridad en el servicio pastoral”, expresó su hermana.
Desde su tierra natal, Canarias, organizaba una cena benéfica todos los años para recaudar fondos destinados a los niños del comedor en Lima. “Yo tengo dos familias, sería ingrato quedarme aquí y dejarlos abandonados”, señalaba Anselmo. Así que decidió participar siempre en ambo lugares.
Sus restos mortales descansan en las catacumbas del histórico Museo del Convento de San Francisco de Asís.
Fotos Facebook Anselmo