La funesta mano del ISIS está detrás de la degollación del sacerdote Jacques Hamel ocurrida el 26 de julio de 2016 en la iglesia francesa de Saint Etienne du Rouvray que lleva el nombre de san Esteban, el primer mártir de la cristiandad.
“Voy a trabajar hasta mi último aliento”, le había dicho recientemente a un compañero sacerdote que le animaba a retirarse dada su avanzada edad.
De hecho, el padre Jacques Hamel hizo su trabajo hasta que tomó su último aliento justo antes de que un extremista le cortara la garganta en medio de la misa.
Horas después del ataque, el presidente francés, Francois Hollande, confirmó que el ISIS ha reivindicado el atentado. Se trata del primer ataque de ese grupo armado a una iglesia en Europa.
Así, el padre Hamel es el primer sacerdote “mártir” en el Viejo Continente en los tiempos del terror fundamentalista de Daesh.
14 agentes de pastoral fueron asesinados en 2016, según informó el blog de información vaticana ilsismografo.it.
7 sacerdotes, 5 religiosos y 2 agentes de Caritas fueron eliminados en (6)Asia, (3) América, (4) África y en (1) Europa, con el asesinato del sacerdote francés. La suma macabra la engorda el anciano padre Hamel.
Siempre sirviendo
El papa Francisco quedó consternado “por esta violencia horrible” y que ha “ocurrido en una iglesia, un lugar sagrado en la que se anuncia el amor de Dios, por el brutal asesinato de un sacerdote“, anunció el portavoz vaticano, Federico Lombardi.
Era un sacerdote de 84 años, auxiliar de la parroquia y que hace apenas ocho años había festejado sus bodas de oro sacerdotales.
Un cura no se jubila nunca. Pero el padre Hamel llevaba varios años buscando mayor tranquilidad y por ello solicitó instalarse en la parroquia de Saint Etienne du Rouvray, una localidad rural de Normandía, al norte de Francia.
En este periodo de la Jornada Mundial de la Juventud (26-31 de julio), el párroco oficial Auguste Moanda-Phuati acompañaba a los jóvenes de la parroquia a Polonia, así que padre Hamel estaba allí para mantener viva la liturgia y las actividades.
Como “un buen sacerdote que siempre estaba sirviendo a la gente, en toda su vida” lo calificó un amigo, el padre Moanda-Phuati, y describió su vida como “cálida, sencillo y modesta”.
Otro sacerdote cercano, Aime Remi Mputu Amba, recuerda que allá donde el padre Hamel entrara en una habitación para una reunión “siempre era un rayo de sol”.
“Sacrificó su vida por los demás”
En una carta a los fieles de la parroquia, el pasado mes de junio, el padre Hamel escribió:
“Que podamos escuchar en estos momentos la invitación de Dios a cuidar este mundo para hacerlo, allá donde vivamos, más cálido, más humano, más fraterno“.
El presidente del Instituto Regional de la Fe Musulmana de Normandía, Mohammed Karabila, que tenía contacto con él en el marco del diálogo interreligioso de la zona, describió al padre Hamel como “un hombre de paz y de fe, con un cierto carisma, una persona que dedicó su vida a sus ideas y a la religión”.
“Sacrificó su vida por los demás“, añadió.
La respuesta: Oración y fraternidad
El arzobispo de Ruán, Dominique Lebrun, en un comunicado informó que abandonaba la JMJ de Cracovia para volver a su diócesis de Rouen tras el asesinato del sacerdote.
“Esta noche estaré en mi diócesis, con las familias y la comunidad parroquial, que están en estado de shock”, escribió desde Cracovia.
“La Iglesia católica no puede esgrimir unas armas distintas a la oración y la fraternidad entre los hombres”, agregó el arzobispo.
“Dejo aquí (en la JMJ de Cracovia) a cientos de jóvenes que son el futuro de la humanidad. Yo les pido que no se rindan frente a la violencia y se conviertan en apóstoles de la civilización del amor”, concluyó Lebrun que también invitó a los no creyentes a sumarse al llanto por esta tragedia.
La edición árabe de Aleteia, más acostumbrada a sufrir de cerca la violencia de Estado Islámico, imaginó esta carta que el padre Jacques Hamel escribe a sus asesinos desde el cielo: