Crecí sufriendo abusos sexuales en un grupo católico…Crecí sufriendo abusos por parte de personas de una comunidad católica que se suponía que debían velar por mí. Me siento todavía herida, insegura, confundida, furiosa a veces,… pero al mismo tiempo agradecida, liberada.
A esta Iglesia santa y pecadora, a la cual pertenezco, nunca le falta la presencia de Jesús que siempre hace posible que la verdad salga a la luz y que la justicia misericordiosa de Dios nos consuele.
En estos momentos se mezclan, sí, sentimientos contradictorios en mi interior, pero prevalece una gran esperanza. ¡¡Dios permanece fiel y no me ha abandonado!! Me lo ha demostrado de forma evidente durante toda mi vida.
No puedo hablar todavía de lo que he vivido. Pero sí puedo compartir un sueño que tuve recientemente, que recibí como un preciado regalo de Dios.
Todavía estoy sorprendida por cómo mi subconsciente ha sabido expresar con tanto acierto mi compleja situación actual respecto a la Iglesia.
Me encontraba en una casa de ejercicios espirituales que frecuento de vez en cuando. Empezaban a cerrarse puertas y me inquietaba buscando una salida.
Entonces aparecía mi marido y me indicaba una puerta abierta. Llevaba a un largo pasillo que finalmente desembocaba en… ¡el Vaticano!
En medio de la plaza de San Pedro una gran multitud estaba celebrando una misa, presidida por el papa Francisco. Un numeroso grupo de personas la seguíamos desde una zona oscura detrás de las columnas de Bernini.
De repente, el papa Francisco detuvo la celebración. Se acercó hasta mí y me miró a los ojos con sorpresa y ternura:
-¿Tú qué haces aquí? –me preguntó-. Avánzate. Ven con todos a celebrar.
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El fuerte alivio y alegría que yo sentí esa noche me ha dado mucha fuerza. Fue “sólo” un sueño, pero apacigua mi corazón y, junto a los hechos reales que el papa Francisco está realizando, me llena de esperanza. ¡Gracias, papa Francisco!
Firmado: Una católica esperanzada