La baja en los envíos de petróleo venezolano lleva el crecimiento de la isla a apenas 1%
Justo en el momento en el que una mejoría económica parecía estar tocando a las puertas de la isla, en medio del boceto de una reactivación comercial de lentos pero probables alcances hemisféricos, un comensal inesperado deshizo la posibilidad de un panorama progresivamente favorable en el futuro inmediato.
Una crisis cada vez más aguda en Venezuela, el principal socio energético de Cuba, que ha bombeado petróleo durante cerca de una década, marca el inicio de una crisis paralela en la isla.
El País de España la ha calificado, precisamente, de una “nueva fase de anemia”, al ver a Raúl Castro reconociendo la situación el viernes pasado ante la Asamblea del Poder Popular, como se conoce al Parlamento cubano.
Castro habló sin demasiados ambages sobre “la contracción en los suministros de combustibles pactados con Venezuela, a pesar de la firme voluntad de Nicolás Maduro y su gobierno por cumplirnos”.
Estos acuerdos cubano-venezolanos de importación de crudo a precios preferenciales fueron firmados a inicios de los 2000, a unos pocos años de la llegada de Chávez al poder en Venezuela, cuando él y Fidel Castro iniciaron una alianza con la que este último ganaría un mecenas para el aparato energético cubano y el primero recibiría no sólo capital político sino también los servicios de médicos cubanos para servicios de salud pública en Venezuela, pero también apoyo estratégico y de inteligencia para la seguridad del Estado.
Durante años, Cuba recibió de Venezuela aproximadamente cien mil barriles diarios.
Hoy, cuando el país petrolero suramericano tiene su producción prácticamente hipotecada por sus acreedores (China, el primero de ellos) y con una caída global en los precios del petróleo (de aproximadamente $120 por barril a cerca de $40), amén del profundo deterioro socio-político-institucional venezolano, la entrada de petróleo preferencial en cuba ha caído significativamente.
De acuerdo con datos de la agencia Reuters, recogidos en la nota de El País, “en el primer semestre de 2016 el bajón fue de al menos un 20%. El Producto Interno Bruto cubano creció un 4,7% en el primer semestre de 2015, una cifra relevante aunque insuficiente para las necesidades de aceleración de la deteriorada economía de la isla. Un año más tarde, durante el mismo periodo de 2016, los resultados no sólo no han mejorado sino que se han debilitado hasta un crecimiento del 1%, la mitad de lo previsto, poniendo en alerta al gobierno de Castro”.
Cuba ve demasiado cerca el fantasma de otro Período Especial, la terrible crisis de inicios de los noventa que azotó a la isla tras la caída de la Unión Soviética y la consecuente pérdida de apoyo económico de la potencia extranjera.
Sin embargo, Raúl Castro ha insistido en el hecho de que la crisis que se avizora no es, ni remotamente, cercana a aquella otra: “No negamos que pueden presentarse afectaciones, incluso mayores que las actuales, pero estamos preparados y en mejores condiciones que entonces para revertirlas”, afirmó ante la Asamblea.
Las medidas para enfrentar los recortes ya inician: el ministro de Economía Marino Murillo informó de que para el segundo semestre del año se planificó una reducción general del gasto de combustible del 28%, tratando de dejar intacto el gasto residencial, es decir, el consumo en los hogares, y garantizando las necesidades de industrias clave como el turismo, el níquel y el azúcar.