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Vacaciones con tu familia: ¡Que sean las mejores de tu vida!

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Salvador Aragonés - publicado el 10/07/16

Date una oportunidad

Las vacaciones son una oportunidad para cada uno de los miembros de la familia. Es la oportunidad de estar juntos marido y mujer, con los hijos, tras 11 meses de mucho trabajo y, a veces, no poco estrés.

Las vacaciones sirven para restaurar la mente y el cuerpo. Pero no consisten en “no hacer nada”, o en el dolce far niente como dicen los italianos. No. Descansar es cambiar de ocupación.

Si la ocupación habitual es intelectual, el descanso consiste en trabajar físicamente el cuerpo, con caminatas, prácticas de deportes, montañismo, bicicleta, natación, etc., lo más cercano a la naturaleza posible y con ambientes abiertos al aire libre, despejados.

Si la ocupación es manual, es el momento también de hacer deporte y combinarlo con la lectura de libros interesantes. No leamos libros que no nos interesen o que nos pueden hacer daño. ¡Hay mucha basura en los quioscos veraniegos!

De todas formas las vacaciones sirven para estar juntos la familia, padres e hijos, abuelos o tíos, y pensar qué necesitan los demás para que estén contentos.

Los hijos dicen a menudo –especialmente los adolescentes—que se aburren. ¿Qué significa? Que piensan en sí mismos, que “necesitan” –dicen—estímulos para pasarlo bien.

Los padres deben trabajar duro para que el hijo/a pueda estudiar ¿Han pensado en actividades de voluntariado?

La generosidad de la juventud es muy grande, y no resulta difícil dedicarse a los demás, ¡aunque sea ser voluntario para animales de compañía!

Conozco a un joven que quiere cuidar animales en verano. En las grandes ciudades, muchas personas quieren liberarse de los animales, especialmente perros y gatos. Hay quienes en verano cuidan animales de compañía e incluso se ganan un dinero. Claro que esto no es lo habitual.

Antes que los animales están las personas, al menos para la gente normal, y hay que pensar que muchas personas pasan el verano muy solas, especialmente personas mayores, abuelos, que agradecerían mucho poder hablar un rato con alguien que les dé alegría e ilusión y sobre todo un poco de la juventud lejana.

También para los jóvenes hay campos de trabajo, convivencias internacionales: ¡este año está la Jornada Mundial de la Juventud en Cracovia!, para vivir junto al Papa Francisco, junto a la Virgen Negra de Czestochowa, y junto a los santos Juan Pablo II y Faustina Kowalska, el agradecimiento por el Año Santo de la Misericordia, por haber instituido en la Iglesia el culto a la Misericordia de Dios.

Y agradecer al papa Francisco este Año Santo de la Misericordia, el Papa que pasará a la historia por ser el Papa de la Misericordia.

No todos pueden ir a Cracovia. El viaje es largo y costoso para muchos jóvenes. Sin embargo, es bueno que los jóvenes viajen al extranjero con personas conocidas y sabiendo el ambiente en que van a estar.

Lo que no es bueno, sin embargo, es “aparcar” a los hijos al extranjero con la excusa de aprender el inglés y desconocer el ambiente que van a encontrar.

Los adultos muchas veces pensamos en nuestros veranos felices cuando éramos pequeños o adolescentes. Eran veranos pasados en familia y los amigos. A lo mejor trabajando en algo para ganar toda o parte de la matrícula escolar del curso que se avecinaba.

¿Y con los niños? Un cristiano se pregunta: este lugar de vacaciones ¿es adecuado para una familia cristiana? ¿Hay lugares de culto cercanos donde podamos recibir los sacramentos?

¿Podemos formar un ambiente cristiano en ese lugar de vacaciones? ¿Estamos dispuestos a no hacer “vacaciones” de nuestra vida de piedad?

Hace unos días me encontré con una persona que me decía que las “vacaciones” deberían ser de todo, incluso de nuestras relaciones con Dios.

Me quedé pensativo y dije: ¿hay vacaciones en el amor? ¿Hay vacaciones en el amor a nuestros padres, a nuestras esposas y a nuestros hijos? Si alguno de ellos te pide algo, ¿se lo negarás porque “estás de vacaciones”? ¿Cómo puedes entonces negarle a Dios el amor que le debes?

Para que unas vacaciones tengan el sello de “cristianas” deben al mismo tiempo ser un poco austeras y no malgastar el dinero por lujo, capricho o vanidad, nuestra y de nuestros hijos.

Tampoco podemos ir por las calles o playas vendiendo el propio cuerpo, sin pudor.

Los niños deben aprender de pequeños la austeridad, el pudor, la solidaridad con los demás, con los más necesitados para compartir con ellos algo que solo nosotros podemos dar.

Si pensamos en los demás, desaparecerá el aburrimiento porque dejaremos de pensar en nosotros mismos, de mirarnos al ombligo y decirnos ¿qué puedo necesitar ahora?

Un verano cristiano es necesariamente un verano de personas alegres, no personas aburridas, tediosas, malhumoradas, que se enfadan por poca cosa, o que gritan o carentes de cariño y ternura hacia los que nos rodean.

En cualquier sitio donde se vaya hay que programarlo, hacer planes todos juntos, aunque luego se haga otra cosa. La alegría se trabaja antes de empezar las vacaciones. ¡Que sean este año las mejores vacaciones de nuestra vida!

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