Cuando aceptar al otro como es permite la reconstrucción de un vínculoJesús es un chico cubano de 18 años que sobrevive peinando a señoras del barrio y arreglando pelucas en un cabaret de travestís de La Habana. Pero su vida cambia por completo cuando su padre, un antiguo boxeador exitoso desaparecido al que daban por muerto, regresa de la cárcel para compartir casa y vida con él. Juntos, emprenderán un nuevo camino: intentar convertirse en padre e hijo.
El irlandés Paddy Breathnach lleva a la pantalla un guión de Mark O’Halloran, con producción de Benicio del Toro.
Esta película cubano irlandesa se adentra en una de las grandes cuestiones del cine contemporáneo, la paradójica relación con el padre ausente. Y lo hace sacando a la luz factores de gran interés.
La mutua aceptación del otro con todas sus limitaciones y características es la condición que permite una reconstrucción de un vínculo prácticamente inexistente.
El padre de Jesús es un hombre alcohólico y violento; Jesús se prostituye para sobrevivir. Pero el obstáculo mayor es la inclinación de este a la transexualidad, algo que su padre rechaza frontalmente.
Sin embargo las cosas cambiarán a medida que aprendan a mirarse con afecto verdadero paterno-filial.
Otro asunto muy presente en el cine actual es el de la maternidad versus aborto, que en este film toma una forma muy bella y verdadera en la minitrama de la joven amiga prostituta de Jesús.
La mirada positiva y humana del film puede verse enturbiada para muchos espectadores por la importante presencia del mundo del espectáculo transexual en el film, que ofrece algunas desagradables escenas puntuales.
Este factor, unido a la formidable selección de música cubana y latina, hace que Viva en algunos momentos nos evoque las atmósferas almodovarianas.
De fondo tenemos el telón de una Habana tan deprimida como viva, intensa de contrastes, tanto humanos como cromáticos.
La interpretación de Jorge Perugorría es muy física, muy adecuada al personaje, y la de Héctor Medina es toda una revelación.