Los pescadores de seis comunidades se animaron a regresar al mar luego de las secuelas del terremoto
“No sabíamos qué había pasado. Cuando llegamos todo estaba oscuro. Los pocos compañeros que quedaron en la playa dijeron que era terremoto y que todas las familias huyeron a los cerros porque corrió el rumor de un tsunami”, expresó a El Comercio de Quito Pablo Cevallos, un pescador de la región de La Chorrera en Ecuador.
“La lancha empezó a roncar; se movía más que cuando las olas están bravas”, prosiguió.
El terremoto de 7.8 grados en la escala de richter del pasado 16 de abril en Ecuador dejó un saldo de más de 600 muertos y más de 30.000 damnificados, además de varias secuelas a lo largo de los días y semanas posteriores.
Un sector que quizás pasó un tanto desapercibido, pero que se vio directamente perjudicado fue el de la pesca.
Precisamente, el día del terremoto, Pablo, que estaba en La Chorrera a 5 kilómetros de Pedernales (Manabí), epicentro del terremoto, salió a pescar, pero inmediatamente tuvo que recoger las redes y regresar.

Un pueblo de pescadores
Para Pablo la retirada significó perder un día de trabajo, pues La Chorrea es un pueblo de pescadores y la pesca es el sustento del 80% de sus pobladores, unas 1.700 personas, consigna El Comercio.
Los días posteriores al terremoto no fueron fáciles para esa comunidad, pues el 90% de las viviendas se desplomó, según el censo elaborado entre la Federación Nacional de Cooperativas Pesqueras del Ecuador y dirigentes de la comuna. Además, los registros indican que murieron cuatro personas y otros quedaron con inconvenientes físicos.
Pero los daños se extendieron a otras comunidades de Manabí con más de 3000 pescadores artesanales afectados con daños en sus viviendas y herramientas de trabajo como embarcaciones.
“Yo me salvé (de morir) porque un colchón me cayó de encima”, expresó a EFE Mercedes Zambrano, otra de las pobladoras de La Chorrera. “Se hicieron olas, como si la tierra fuera el mar”, agregó.
Durante los días siguientes al terremoto las réplicas continuaron y eso generó una situación de pánico entre los pescadores que no se animaban a salir al mar. Recién 20 días después del terremoto algunos se empezaron a animar. “Estábamos asustados y la gente casi no llegaba por aquí. Pero debimos volver al mar porque la pesca es nuestro sustento”, indicó a El Comercio Antonio Lucas.
Volver a tirar las redes
De todos modos, el producto aún era escaso a los pocos días de la catástrofe. “En algunos días no sacamos nada. Otros días podemos sacar hasta USD 20”, afirmó. Fue recién en los últimos días que los pescadores de varias comunidades decidieron volver a tirar las redes y vencer los temores.
“Ahora estamos retomando el ritmo comercial normal. Con este desgracia ni siquiera había hielo para conservar fresca la pesca”, expresó otro de los pescadores.
En ese sentido, el pasado sábado se celebró un festival por el Día del Pescador Ecuatoriano con la presencia de más de 3000 personas, algo que también puede ser interpretado como una señal de apoyo espontánea para con los afectados.
El evento significó una instancia de aliento y ánimo para estas comunidades que se animaron a volver a su trabajo y lanzar una vez más las redes con esperanza a pesar de los pesares.