Robert Schuman, "padre de Europa" te respalda en tu petición
El llamamiento por la paz y la unidad de Robert Schuman nos muestra que en realidad somos actores y que tenemos un papel que desempeñar en esta construcción: “Europa no se hará de un golpe ni en una construcción de conjunto, se hará mediante realizaciones concretas que creen, en primer lugar, una solidaridad de hecho”.
Con estas palabras se expresaba Schuman mientras la Iglesia celebraba en 1950 el año jubilar convocado por el papa Pío XII por el aniversario de nuestra redención.
Hoy día, en ocasión del Jubileo extraordinario de la Misericordia, viene bien recordar que somos esas “piedras vivientes”.
Robert Schuman, un político atípico
Era un personaje solitario y austero, con apariencia de monje, según Jacques Fauvet, periodista de Le Monde. Modesto y discreto, humilde, Robert Schuman era consciente de que era un pésimo orador.
No obstante, hacía gala de buen humor y de rigor en sus discursos. De él emanaba una fuerza interior y sabía cómo demostrar gallardía política.
Sobre todo fue el político que más ayudó, desde 1945, a la reconciliación entre Francia y Alemania, poniendo en práctica el Evangelio conforme al que vivía este ferviente católico, profundamente cultivado.
Schuman iba discretamente a misa todos los días, muy temprano por la mañana, y recitaba la oración del breviario.
Este hombre tenía, en todos los detalles, un arraigado sentido del interés colectivo: sorprendía a los funcionarios con su hábito de apagar él mismo las luces de los pasillos del ministerio por su preocupación por el consumo…
O más importante aún, ponía sus convicciones antes que su carrera profesional, asumiendo los riesgos de defender un proyecto que le parecía útil y justo, un carácter que le ofreció cierta libertad de acción política.
Un ritmo interior que escapaba de las agitaciones de la acción
Tal y como subrayaba François Mitterrand el 25 de junio de 1986, con motivo del centenario del nacimiento de Robert Schuman, el “Padre de Europa”: “Hombre público, su vida obedecía a un ritmo interior que escapaba de las agitaciones de la acción. Miembro de su gobierno, yo le vi tal y como era, madrugador, entrando en su trabajo en la oficina vacía de todo papel, después de una larga meditación cotidiana que nadie osaba perturbar”.
En un camino de santificación
Laico consagrado, profetizando aquello que el Concilio Vaticano II propondría como camino de santificación, Robert Schuman es hoy en día un valioso recurso para acompañar y guiar a nuestros políticos por el camino de la paz y de la unidad.
Señor,
Por el ejemplo de hombre “manso y humilde de corazón”, Te dedico mi oración.
Por el buen camino de Robert Schuman, me abandono a Tu Divina Providencia,
y Te digo: Tú eres el Maestro, en Ti confío.
Escucha mi oración para (explica tu propósito)
y de este modo, manifiesta la santidad de tu siervo Robert Schuman, discípulo de Cristo en política.
Señor, ayúdame hoy a hacer Tu voluntad en el lugar donde vivo.
Amén