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Antes del rezo del Ángelus, el Papa Francisco recordó que “Jesús ha «acercado» a Dios a nosotros; en Jesús, Dios reina en medio de nosotros, su amor misericordioso vence el pecado y la miseria humana”.
Con el Evangelio del XIV Domingo del Tiempo Ordinario – introduciendo el rezo a la Madre de Dios – el Obispo de Roma reiteró la misión de los cristianos en el mundo, que es la de llevar a todos la Buena Noticia, como nos pide Jesús, que es “un mensaje de esperanza y de consolación, de paz y de caridad”.
Misión que el cristiano debe desarrollar sabiendo que lo espera “una realidad difícil y a veces hostil”, “obstaculizada por la obra del maligno”, por lo que el misionero del Evangelio debe estar libre de todo condicionamiento humano: dinero, alforja, calzado…, como recomendó Jesús.
Es decir, sin vanagloria alguna sino como “humildes instrumentos de la salvación obrada por Jesús, muerto y resucitado por nosotros”.
“Es una misión estupenda y destinada a todos, sin excluir a nadie”, dijo una vez más el Papa, señalando que todos – pastores y fieles – “estamos llamados a aprender mejor el arte de ser alegres, no por motivos humanos”.
“Hay tanta necesidad de cristianos que testimonien con alegría el Evangelio en la vida de cada día”, destacó el Papa, encomendado al Espíritu Santo la vocación de todos los bautizados a ser “testimonios de Cristo” “renovadores del mundo según el Evangelio”, e invocando la intercesión de la Virgen María para que no falten nunca a la Iglesia “corazones generosos, que trabajen para llevar a todos el amor y la ternura” de Dios.
Atentados en Dacca y Bagdag
Tras el Ángelus, Papa Francisco recordó el atentado ocurrido este viernes en Dacca y mostró, al igual que ya realizó en un telegrama, sus condolencias por las “víctimas inocentes” de la “insensata violencia”. También tuvo palabras para el atentado de Bagdag ocurrido ayer.
«Expreso mi cercanía a los familiares de las víctimas y de los heridos del atentado sucedido ayer en Dacca y también del sucedido en Bagdad. Recemos juntos. Recemos juntos por ellos, por los difuntos y pidamos al Señor para convertir el corazón de los violentos cegados por el odio. (Ave María…)»