Conozco a tantas personas que buscan el sentido de su vida... Han hecho lo que otros esperaban de ellos, o han tomado decisiones en medio de su camino.
Se han confundido. Han acertado. Personas que han recorrido los días de su vida. Han huido y se han encontrado a sí mismos de nuevo. Han elegido y han desechado.
Pero tal vez no son conscientes de haber decidido algo de la mano de Dios. No han visto su rastro en su vida. No han percibido el manto de ningún profeta cayendo sobre sus hombros.
En medio de su rutina buscan un sentido a sus pasos. ¿Para qué estoy aquí? ¿Hacia dónde navega mi barca?
La pregunta por el sentido último de mis pasos. La pregunta sobre el para qué de mi existencia. ¡Cómo acallar ese grito que surge de las entrañas!
Imposible acallarlo. Desaparece y vuelve. Una y otra vez. Regresa el deseo de encontrar un sentido.
El tesoro de encontrar el sentido
Cuando alguien descubre el sentido de las cosas, la razón de su vida, encuentra un tesoro. John Henry Newman describe así esta feliz experiencia:
Dios me ha creado para que
le presara un servicio particular;
me encomendó un trabajo
que no encomendó a los demás.No se cómo, pero soy
necesario para sus fines,
necesario en mi lugar
como un arcángel en el suyo.No me creó para nada.
Yo haré su trabajo;
seré un ángel de paz,
un predicador de la verdad
estando en mi lugar,
sin proponérmelo,
si solo observo
los mandamientos y
sirvo en mi vocaciónSi estoy enfermo,
mi enfermedad puede servirle;
si me encuentro perplejo,
mi perplejidad puede servirle;
si sufro,
mi dolor puede servirle.Él no hace nada inútilmente;
puede prolongar mi vida,
puede acortarla;
sabe lo que hace.
Puede quitarme a los amigos,
puede lanzarme entre extraños,
puede hacerme sentir desolado,
puede hacer que mi espíritu se sienta abatido,
puede esconderme el futuro,
y, sin embargo, sabe lo que hace.Dígnate realizar en mí
tus altos proyectos,
sean los que sean;
trabaja en mí y a través de mí.No te pido ver,
no te pido saber,
te pido simplemente
que me uses.
John Henry Newman
7 de marzo de 1848
Texto tomado de
John Henry Newman - Meditaciones y Oraciones
Seguir a Alguien
Y nos detenemos delante de Jesús: "Te seguiré, Señor". Queremos seguirlo. Queremos pertenecerle por entero. Descubrir el sentido de la vida. Estos "para qué" que no logramos respondernos.
Muchos han encontrado a quién seguir siguiendo los pasos de Jesús. Rostros humanos que son lazos tendidos desde lo alto. Decía el padre José Kentenich:
"Dios deja caer una cuerda. Desea vincularnos con lazos humanos. Desea atraer a los hombres. Pero tira de la cuerda hacia arriba y no descansa hasta que todo haya llegado a estar vinculado con Él".
Amar a Dios en la carne de las personas que amo. En sus rostros humanos encontrarme con su rostro.
Subir más alto, más arriba. Superando las desilusiones y los desencuentros. Más hondo. Mar adentro.
Hay una meta
El amor me urge. Ese amor a los que Dios ha puesto en mi camino para atarme a Él. El amor que levanta mi corazón hacia su propio corazón.
Miro a Jesús en este día. Me arrodillo consciente de mi pequeñez sujetando mi manto. Ese manto que me entregó con mi vocación. Ese manto de servicio, de entrega, de amor.
No quiero perder el tiempo. Tengo mucho que hacer en este mundo que tantas veces camina sin rumbo.
¿Hacia dónde vamos? Vivo el hoy pero sé hacia dónde camino. Hay una meta, un rumbo, un ideal. Creo que es la clave de mi peregrinación en la tierra.
¡Qué importante es vivir el hoy al máximo, con lo que encierra de vida, de luz, de miedo, pero sabiendo hacia dónde voy!
De alguna manera, esa meta impregna el hoy y el hoy hace que la meta sea más bella.
Con una misión
Pienso que así vivió Jesús, disfrutando el momento, entregándose del todo en la etapa que le tocaba cada día, pero sabiendo que su meta era salvar a todos, llevar a todos a su Padre. Aunque hubiera que pasar por la cruz.
Y creer en mi misión en la tierra entre los hombres. Recibo el manto del profeta. Recibo la gracia de un camino. ¿Para qué estoy hecho? Quiero sostener con fuerza el manto que me han entregado.
No camino solo. Camino con muchos que me ayudan a caminar. Y yo, al mismo tiempo, ayudo a muchos a caminar.
Quiero dejar de lado mis excusas. Y decirle a Dios que quiero seguirle hoy, tal como estoy, en mis circunstancias, en este momento del camino.