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Los católicos de Polonia se hanformado en el seno de una cultura profundamente cristiana, dedicada al Sagrado Corazón y consagrada a su Reina, Nuestra Señora de Czestochowa.
A través de estas poderosas lentes de fe católica, santa Faustina Kowalska escribió en su Diario, de forma profética:
“Mientras rezaba por Polonia, escuché las palabras: Guardo un amor especial por Polonia y, si se muestra obediente a Mi voluntad, la ensalzaré en poderío y santidad. De ella vendrá la chispa que preparará al mundo para Mi venida final (Diario, 1732)”.
Aunque estas palabras, en general, se pensaba que iban referidas a san Juan Pablo II, su carácter profético se ha hecho realidad en más de una forma.
Erigida sobre la esencia de la Iglesia católica y purificada por un crisol de sufrimientos, Polonia ha producido al menos cinco santos que cambiaron el mundo, literalmente.
1. San “Hermano Albert” Chmielowski
Posiblemente el menos conocido de los cinco santos, “Hermano Albert” fue el más influyente en la vocación al sacerdocio de san Juan Pablo II.
Chmielowski fue en un principio un artista relativamente famoso que había estudiado junto con algunos de los mejores pintores de su tiempo.
Sin embargo, aquella vida no le satisfacía y se dedicó al servicio de los pobres. Se hizo miembro de la Tercera Orden de San Francisco y se entregó al cuidado de los pobres y desamparados de Cracovia, al tiempo que vendía sus cuadros con el fin de recaudar dinero para crear un refugio para personas sin hogar.
“Hermano Alberto”, como gustaba ser llamado, llegaría a fundar los Hermanos y Hermanas Albertinos y a establecer hogares para pobres por toda Polonia.
Juan Pablo II escribió una obra sobre este santo hombre, con el título El Hermano de nuestro Dios, y dijo de él:
“Encontré en él un verdadero apoyo espiritual y un ejemplo, cuando dejó atrás el mundo del arte, la literatura y el teatro para tomar la radical decisión de una vocación por el sacerdocio” (Don y Misterio).
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2. Santa Faustina Kowalska
Nacida como Helena Kowalska, santa Faustina sintió deseos de consagrar su vida a Dios desde muy joven, pero al principio se le negó su entrada al convento a causa de su pobreza.
Después de trabajar como ama de casa durante varios años, se unió a la Congregación de las Hermanas de Nuestra Señora de la Misericordia en Varsovia.
Kowalska no tardó en ser la beneficiaria de numerosas revelaciones privadas de Jesús en la década de 1930. Le recomendaron que escribiera sus experiencias en un Diario, ¡que acabó con nada menos que 600 páginas!
A través de este Diario, el mensaje de Divina Misericordia empezó a extenderse lentamente, lo que condujo a la celebración mundial del Domingo de Divina Misericordia y a la llamada del papa Francisco por un Jubileo de la Misericordia.
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