Alerta: si miran esta serie, querrán estudiar en Harvard y vestir Gucci o trajes de Tom Ford para tener el glamour propio de un modelo metido a abogado. Pero ojo: no hay drama televisivo que resista la exigencia del espectador solo con lo externo. Este producto es excepcional más allá de los trapitos y del envoltorio de riqueza y triunfo. Cuidado: si empiezan, se engancharán.
Suits: la clave del éxito es una serie hipnótica que se hizo ya desde su primer capítulo con un público fiel que ha exigido hasta seis temporadas. Incluso ex presidentes, como Bill Clinton, y primeras damas, como Michele Obama, así como artistas como Pink o Kelly Clarkson, han reconocido estar pillados por la serie. ¿Por qué? Sus muchos registros y temas permiten que todo tipo de espectadores queden conquistados. Suits se ha convertido en una brillante serie, que permite casi igualarla a The Good Wife, y que aguanta bien un buen atracón de capítulos (el famoso binge-watching).
Y es que este es el típico drama adictivo. Giros argumentales y reinvención continua, nada de puntos muertos, clímax continuos, guiones de ingenio cargados de guiños, referencias pop que juegan con el espectador (es frecuente que los dos protagonistas terminen sus diálogos con referencias a películas archiconocidas), química entre actores, personajes atractivos que evolucionan, amplia gama de secundarios que van encajando en tramas paralelas. Etcétera. Etcétera. Etcétera. Vaya, una historia coral con múltiples tramas, y con un planteamiento de la amistad, la lealtad y la justicia nada desdeñable. No son solo trapitos; ni tiene nada que ver con la ideológica y superflua Scandal y otros productos de Shonda Rhimes.
Michael Ross es joven, inteligente y posee memoria fotográfica. Harvey Specter es rico, atractivo y ambicioso. Michael fue expulsado de la facultad de Derecho y se dedica a los trapicheos. Harvey es uno de los más brillantes abogados en Manhattan y es socio de un prestigioso bufete que solo contrata licenciados en Harvard. Las circunstancias les harán coincidir: Mike huye de problemas con traficantes de droga; Harvey hace entrevistas para contratar a un asesor para el despacho. Lugar adecuado en el momento adecuado.
Mike se presentará a la entrevista para escapar del azote de los asesinos y fascinará con su inteligencia a Harvey, que decide contratarlo a pesar de no haber terminado sus estudios. Ambos deberán ocultar el engaño al resto del bufete, incluida a Jessica, la socia gerente de la firma. Serán incondicionales de Mike: Donna, la secretaria y ex amante de Harvey, y la bella Rachel, una asistente legal que aspira a abogada. Sospecharán del joven: Jessica y Louis, amigo y envidioso de Harvey.
Poco a poco, la ingenuidad y buen corazón del joven entrará en conflicto con la frialdad y el cinismo del abogado. La amistad les cambiará y juntos aprenderán a amar mejor la justicia y a afrontar sus miedos y pasado, y a desear una vida de verdad. Pero el límite de la legalidad que traspasaron en ese primer encuentro les perseguirá hasta poner en jaque sus carreras, su prestigio, sus vidas personales y amistades, su corazón, y deberán lidiar con el perdón, con sus fracturas psicológicas e incluso con su relación con Dios (al estilo de Homeland, El Ala Oeste de la Casa Blanca, House of Cards…). De este modo, se humanizarán y pedirán a gritos que haya una justicia más allá de la legalidad.
¿Trata la serie de unos inmorales que se forran a costa de mentir al sistema? ¿Es Mike verdugo o víctima? ¿Es justo que la bondad y la inteligencia de Mike se desperdicien? ¿Hay que dar al César lo que es del César? Harvey y Mike deberán hacer juntos este camino de la mano de sus amigos y compañeros, de sus traiciones, y de múltiples tramas paralelas.
Porque al final no se trata de ser abogado o no, o de defender en la vida una parcela adquirida, sino de ver si uno está dispuesto a darlo todo, todo, incluso la vida, por sus amigos. ¿Hay amor más grande que esto? Miren la serie, vistan de Gucci o Tom Ford o vayan de andar por casa, y respondan. El glamour y sus trapitos no son más que el cebo para llegar al fondo.
Hoy celebramos a...