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¿Miedo? Entrégaselo a Dios, ¡levántate!

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AFP

Carlos Padilla Esteban - publicado el 08/06/16

Quiero cambiar las lágrimas por oración y el miedo por la fe

Hay muchas personas muertas de dolor a mi alrededor y a veces yo, por falta de fe, paso de largo. Muchas personas muertas porque no encuentran razones para seguir viviendo. Personas que lo han perdido todo y no pueden volver a confiar.

¿Cómo poder consolar al que sufre tanto y con razón? ¿Cómo se quita la pena de un plumazo del alma del que llora? No se quita. Lo sé. Permanece el dolor pegado a la piel.

Le pido a Jesús que venga a mi propia vida y me diga: “¡Levántate!”. Le pido que me lo diga a mí, para que yo se lo diga a otros.

A mí para que me levante y deje de estar perdido: “¡Levántate!”, me grita. Y yo le hago caso. Y voy con Él donde Él me pida. Y le sigo. Y a su lado me conmueve más la muerte que veo tan de cerca. El dolor y la angustia. La enfermedad.

Muchas veces yo también estoy triste. Muerto. Sin esperanza. Quiero oír su voz en mi oído: “¡Levántate!”. Quiero repetir con mi voz sus palabras en muchos oídos: “¡Levántate!”.

Yo creo y me levanto. ¿Cómo hacer que otros se levanten? ¿Cómo lograr que otros crean en el amor de Dios en medio de su dolor y de su tristeza?

Una persona me decía: “Es fácil hablar de Dios cuando todo está bien. Lo difícil es hablar de Él desde la cruz, en medio del sufrimiento. Crisis de fe, dudas, soy débil. ¿Se puede ser feliz a pesar de lo que estoy viviendo? Estoy en sus manos. Quiero cambiar las lágrimas por oración y el miedo por la fe.

Tanto dolor, tanta incomprensión… No es necesario entenderlo todo. No es necesario encontrar una lógica que parece no existir.

Como leía el otro día, sé que hay que aprender a perseverar y seguir adelante con el corazón en paz y confiando en Dios, seguros de que lo que suceda merece la pena, por el mero hecho de que en nuestra vida está actuando la voluntad de Dios y nosotros procuramos aceptarla y seguirla”[1].

Aprender a acoger el sí de Dios sobre mi vida. Aprender a besar esas circunstancias que me gustaría cambiar. Sólo sé que si confío en Dios las cosas son diferentes. Cambia mi mirada sobre la vida. Quiero confiar en ese poder inmenso de Dios que me hace capaz de lo imposible.

Es su misericordia ante la que se detiene mi dolor. Es su mirada la que me invita a confiar y seguir caminando. Quiero creer en su poder y entregarle mi vida.

Creo que en mi vida hay cosas muertas. Creo que a veces en mi interior hay un erial. Me gustaría que surgiera vida de la muerte. Me gustaría que se acabara la pobreza en mi alma. Quiero fiarme del poder de Dios y entregarle todo lo que más amo.

Le entrego a mi hijo. Lo que más quiero. Lo que más temo perder. ¿Qué es lo que no me atrevo a entregarle a Dios?

A veces nos da tanto miedo el futuro incierto… Nos asusta tanto perder lo que más amamos. Y no se lo entregamos a Dios. Entonces lo perdemos todo. Sí, perdemos la posibilidad de que surja la vida de la muerte.

[1] Walter Ciszek, Caminando por valles oscuros

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