La pequeña iglesia católica de Santa María del Monte, cerca del pueblo de Titirangi, cumple 20 años de adoración ininterrumpida del Santísimo Sacramento.
En medio de árboles Kauri y el canto de los pájaros Tui, cerca del suburbio de Titirangi, de poco más de tres mil pobladores, en Auckland, se encuentra la pequeña iglesia católica de Santa María de Monte.
Los feligreses que en ella se reúnen celebraron, el pasado mayo, los 20 años de adoración perpetua, ininterrumpida, continua, del Santísimo Sacramento del altar.
Día y noche, las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana, al menos una persona ha estado allí, presente ante la Eucaristía, en oración silenciosa. Sabiendo que la iglesia siempre está abierta, muchas personas llegan a ella a orar durante el día, a adorar al Santísimo o a dar gracias. Así, el templo, en estos últimos veinte años, nunca ha estado vacío.
En sentido estricto, Santa María del Monte no es una parroquia: el sacerdote y la congregación están directamente bajo la responsabilidad obispo de Auckland. Esta disposición se inició en 1989 cuando el Padre Denzil Meuli se trasladó a esta iglesia de apenas 150 asientos y comenzó a celebrar, a diario, la misa en Latín, seguida de una Hora Santa de exposición del Santísimo Sacramento.
Las horas de adoración se extendieron gradual y naturalmente durante la década de 1990. Los asistentes a la misa tradicional en latín aumentaron también junto a las horas de adoración hasta que, finalmente, en abril de 1996, se estableció la adoración eucarística perpetua en el lugar.
Al principio Louise Morgan y luego Lara Tuinman organizaron la lista de adoradores. Luego, desde 2001, Grace Yuen asumió ese rol: “en aquel entonces sólo teníamos el teléfono para ponernos en contacto con la gente, y era mucho más difícil hacer cambios de última hora”, explicó. “Hoy en día, con la telefonía móvil y los mensajes de texto, es mucho más fácil gestionar la lista”.
“La gente pronto descubre que sus vidas comienzan a girar en torno a su hora santa de adoración”, añadió. “Muchos de quienes vienen aquí a orar y adorar son inmigrantes del Pacífico Sur y de la India, acostumbrados a largas horas de oración en sus países de origen; a menudo toman los horarios correspondientes a las altas horas de la noche, que alternan con su trabajo en este, su nuevo hogar”.
De acuerdo al testimonio de la señora Yuen, muchas personas llegan directamente a Santa María del Monte apenas tocan nueva Zelanda, “porque ya han oído hablar de nuestra adoración perpetua. Y hay muchas historias de oraciones respondidas”.