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Los Simpson: Picos de audiencia, pero cada vez más vacío

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Ramón Monedero - publicado el 03/06/16
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La que ya es la serie más longeva de la televisión hace tiempo que perdió el rumbo

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Los Simpson pillaron a todo quisque por sorpresa. Tal vez fue la primera vez que, de forma explícita, se ponía en evidencia que los dibujos animados no eran terreno exclusivo para los niños. Ahora estamos acostumbrados a mirar de reojo qué están viendo nuestros hijos pero hace más de veinticinco años, cuando Los Simpson aterrizaron en las parrillas de televisión de todo el mundo, si los niños veían dibujos animados podíamos estar tranquilos.

Sin embargo Los Simpson irrumpieron proponiendo cuestiones incómodas y hablando de cosas reales sobre las que todos hemos discutido en alguna ocasión. Lo bueno que tenía Los Simpson es que siendo dibujos animados hablaban del mundo real.

El pasado 15 de mayo, la serie más longeva de la historia de la televisión hizo historia otra vez. Durante tres minutos Homer Simpson respondió en riguroso directo (obviando siete segundos de retardo para evitar a graciosillos con ganas de armar jaleo) a las preguntas telefónicas que les hacía los espectadores. El hito se logró gracias a una técnica de captura de movimiento del actor Dan Castellaneta, quien lleva poniéndole voz a Homer desde sus inicios y que era el encargado de responder a las ocurrencias de los televidentes.

¿Me preguntó porque Los Simpson tiró de semejante alarde tecnológico? Me apuesto la cabeza a que no fue una ocurrencia barata. Imagino que debió de valer la pena pero en circunstancias normales Los Simpson se habrían bastado siendo ellos mismos. Tal vez el quid de la cuestión esté ahí. Los Simpson hace tiempo que dejaron de ser esa familia disfuncional típicamente americana que extrañamente se parecía tanto a nosotros mismos.

Los Simpson comenzaron siendo unos dibujos animados atrevidos. Pese a los temas que abordaba quien llevaba la voz cantante en la mayoría de los episodios era Bart, un niño de diez años aspirante a terrorista que no dejaba títere con cabeza que tuviera a menos de diez metros. Bart era una versión poco disimulada de “Daniel el travieso” pero tenía unos aliados que su homólogo animado no tenía. Bart contaba con su padre, Homer.

Los propios responsables de la serie se dieron cuenta muy pronto de que el verdadero diamante en bruto de Los Simpson era el cabeza de familia. Homer, un hombre de 38 años con una preocupante tendencia al alcoholismo, unos quilos de más y cuya mayor pasión es pasar la tarde en su sofá viendo la televisión era el reflejo perfecto de mucha gente. Homer tiene tantos defectos que lo más probable es que al menos compartamos uno o dos con él. Salvo el tabaquismo y los líos de faldas, Homer tiene todas las pegas que puede tener un ser humano. Nosotros solo tenemos que admitir cual es la nuestra.

El profesor de filosofía Raja Halwani decía en su imprescindible artículo “Homer y Aristóteles” -dentro del libro “Los Simpson y la filosofía” (Blackie Books, 2009)- que Homer Simpson, sin ser un personaje virtuoso tenía al menos una cualidad admirable, su amor a la vida. Que un personaje tenga una cualidad, aunque solo sea una, admirable, no lo convierte en un personaje admirable.

No obstante, es cierto que hay algo de hondura vital en Homer Simpson. Halwani decía que esta es “una cualidad, especialmente en esta época, cuando la corrección política, el exceso de buenas maneras, la falta de voluntad de juzgar a los demás, la obsesión por la salud física y el pesimismo a propósito de lo bueno y placentero de la vida son más o menos la regla general”. Puede que se le puedan puntualizar una o dos cosas a Halwani pero creo que en esencia tiene razón. Homer es admirable en tanto ama la vida.

Sin embargo, más o menos hacia la undécima temporada, precisamente cuando su doblador al Español, Carlos Revilla murió, Los Simpson comenzaron a caer en picado.

De pronto, el que había sido el gran descubrimiento de la serie, Homer Simpson, se convirtió en su gran inconveniente. Homer solía ser un tipo normal que ocasionalmente actuaba como un idiota y ahora era un idiota que ocasionalmente se comportaba como una persona normal. Los Simpson se han revelado demasiado conscientes de su propio éxito y emborrachados de picos de audiencia inmejorables, hace tiempo que perdieron el rumbo.

Ahora Homer termina los episodios lanzándole un somnífero a su esposa y eso nunca la habría hecho nuestro Homer Simpson.

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