«Es el momento de la oración y del ayuno por Siria. Los frailes permanecerán cerca de quien tiene necesidad». Lo dijo a la Radio Vaticana fray Francesco Patton, nuevo Custodio de la Tierra Santa, al comentar la noticia de los misiles que golpearon el colegio de los franciscanos en la ciudad de Aleppo. Los huéspedes se refugiaron en la estructura después del estallido de la guerra en el país o por dificultades personales. La escuela, precisa una nota de la Custodia de la Tierra Santa, era considerada, asta ahora, «uno de los pocos lugares seguros de la ciudad. Y se adecuó para ser lugar de acogida».
Los dos misiles que golpearon el Colegio de Tierra Santa en Aleppo mataron a una anciana que había encontrado refugio en su interior y provocaron heridas en otras dos mujeres que también se refugiaban en la casa franciscana. «Los frailes acogían a quien buscara reparo», refiere la nota. Familias con niños buscando un poco de verde, jóvenes que iban allí para pasar momentos de tranquilidad, alejados de los bombardeos. Pero, en sobre todo, vivían en el Colegio unas veinte personas ancianas, algunas de ellas con enfermedades, que perdieron sus casas bajo las bombas. «La explosión fue particularmente violenta», contó fray Firas Lufti, director del Colegio, y añadió que «en Aleppo ya no hay lugares seguros al cien por ciento».
Y en una entrevista con el canal italiano Tv2000, el vicario apostólico de Aleppo de los latinos, mons. Abou Khazen, añadió: «No pudimos evacuar la Escuela porque en Aleppo no hay lugares seguros. Seguimos hospedando a la población. Ese es el único local en el que la gente puede salir y respirar un poco».
«La gente —concluyó mons. Khazen— desgraciadamente se ha acostumbrado a vivir bajo el miedo de las bombas. Esto es lo más grave».