Homilía hoy en Casa Santa MartaAprovecharse de la gente en el plano laboral es como ser sanguijuelas, es pecado mortal: es lo que ha dicho el Papa en la Misa de esta mañana celebrada en Santa Marta.
Ricos que chupan la sangre de los pobres
La primera lectura del día, tomada de la Carta de Santiago, es una fuerte advertencia a los ricos que acumulan dinero aprovechándose de la gente. “Las riquezas en sí mismas son buenas”, explica el Papa, pero son “relativas, no son algo absoluto”.
Se equivocan, de hecho, los que siguen la llamada “teología de la prosperidad”, según la que “Dios te hace ver que eres justo si te da muchas riquezas”. El problema es no apegar el corazón a las riquezas, porque, recuerda el Papa, “no se puede servir a Dios y a las riquezas”. Estas se pueden convertir en “cadenas” que “quitan la libertad para seguir a Jesús”. He aquí, dice Santiago, el salario de los trabajadores que han trabajado vuestras tierras y a quienes vosotros no habéis pagado, sus gritos y protestas llegan a los oídos del Señor Omnipotente”.
“Cuando las riquezas son fruto del aprovechamiento de la gente, estos ricos que las disfrutan: se aprovechan del trabajo de la gente que se convierte en esclava. Pensemos hoy, pensemos porque en todo el mundo pasa lo mismo. ‘Quiero trabajar’, vale te hacen un contrato. De septiembre a junio. Sin posibilidad de pensión, seguro médico… En junio te despiden y julio y agosto vives del aire. En septiembre te vuelven a contratar. Estos que hacen esta práctica son verdaderas sanguijuelas que viven de la sangre de la gente a la que hacen esclava del trabajo”.
El aprovechamiento en el trabajo es un pecado mortal
Papa Francisco recuerda lo que le contó una joven que había encontrado un trabajo de 11 horas al día y 650 euros en negro. Le han dicho: “Si quieres lo coges y si no te vas. Hay más gente.”. ¡Detrás de ti hay cola! Estos ricos, observa “engordan en riquezas” y el apóstol dice: “Habéis engordado para el día de matanza”.
“La sangre de toda esta gente que habéis chupado, de la que habéis vivido es un grito al Señor, un grito de justicia”. “Aprovecharse de la gente, afirma de nuevo el Papa, es hoy una verdadera esclavitud”. “Nosotros, dice, pensábamos que los esclavos ya no existían. Es verdad, la gente nos los coge presos en África para venderlos en América: no. Pero hay en nuestras ciudades. Están estos traficantes, estos que tratan injustamente a la gente con el trabajo”.
“Ayer en la audiencia, meditamos sobre el rico Epulón y Lázaro. Este rico estaba en su mundo, no se daba cuenta que tras la puerta había alguien que tenía hambre. Esto es peor. Aquel rico no se enteraba y lo dejaba morir de hambre. Esto es peor: esto es hacer que la gente pase hambre con un trabajo precario para mi propio beneficio. Vivir de la sangre de los demás. Esto es pecado mortal. Es un pecado mortal. Y es necesaria mucha penitencia para convertirse de este pecado”.
El funeral del avaro
El Papa recuerda la muerte de un hombre avaro, la gente hacía bromas: “Se arruinó el funeral”, decían, “no han podido cerrar el ataúd”, porque “quería llevarse consigo todo lo que tenía y no podía”. Nadie puede llevarse consigo las propias riquezas”.
Papa Francisco concluye: “Pensemos en el drama de hoy: el aprovechamiento de la gente, la sangre de esta gente que se convierte en esclava, los traficantes de gente y no solo los que trafican con prostitutas y niños para el trabajo infantil, también este tráfico digamos más ‘civilizado’: ‘Yo te pago tanto, sin vacaciones, sin seguro médico, sin… todo en negro… y yo ¡me hago rico!’. Que el Señor nos haga entender hoy la sencillez que Jesús nos da en el Evangelio de hoy: es más importante un vaso de agua en nombre de Cristo que todas las riquezas acumuladas a costa de los demás”.