La pequeña que encarna en los Juegos Olímpicos el mensaje de Francisco
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A 80 días de los Juegos Olímpicos de Río 2016, y mientras el país anfitrión atraviesa uno de los momentos más complicados de su historia democrática, la antorcha olímpica pasa de mano en mano en territorio sudamericano y va anunciando la inminencia del magno evento deportivo.
La llama olímpica fue encendida el 21 de abril, como dicta la tradición, en Olimpia, Grecia.
El primer relevista fue un atleta griego, el gimnasta Eleftherios Petrounias, quien recibió la llama en la antorcha oficial de Río 2016 de manos de la actriz Katerina Lehou, vestida con atuendos de sacerdotisa de la Antigua Grecia en las ruinas del templo de Hera.
Petrounias pasó la llama al voleibolista doble campeón olímpico brasileño Giovane Gávio, y así se inició un recorrido que tras algunos días en Grecia y Suiza, se relanzó en tierras brasileras el 3 de mayo.
El punto de partida para el recorrido por el país anfitrión fue la capital, Brasilia.
Hasta el papa Francisco se hizo presente con un mensaje “haciendo votos para que el elocuente mensaje que evoca fraternidad entre los pueblos pueda inspirar un renovado compromiso de todos para la construcción de una civilización donde reinen la paz y la solidaridad, fundadas en el reconocimiento de que todos somos miembros de una única familia humana”.
La sexta portadora de la antorcha olímpica en territorio brasileño encarnó el espíritu del mensaje pretendido por el papa Francisco. A los 12 años, Hanan Khaled Daqqah tuvo en sus manos una responsabilidad impensada hasta 2015.
Esta joven refugiada, que ama tanto a Brasil que dijo que ya se siente brasileña, llegó al país en 2015 para instalarse con su familia en San Pablo.
Fue una de las receptoras de las 8.000 visas expedidas por el Gobierno en el marco del programa humanitario de apoyo a los refugiados sirios.
Oriundos de Idlib, al noroeste de Siria, dejaron su país tras el encarcelamiento del papá de Hanan por ayudar a otros a abandonar el país.
Por dos años y medio vivieron en el campo de refugiados en Zaatari, Jordania, el segundo más grande del mundo.
En San Pablo, la familia de Hanan comenzó una nueva vida, al punto que pronto nacerá un nuevo integrante en la familia, el primer hermanito de Hanan nacido en Brasil.
Por la noche, la antorcha estuvo en manos de otro emblemático representante de la riqueza cultural brasileña. Tuvo la dicha Kamukaiká Lappa, miembro de la tribu Xingu, quien portó la antorcha alrededor del memorial a los indígenas del continente.
Tras el paso por Brasilia, la antorcha siguió camino rumbo a Río de Janeiro por el campo del gigante sudamericano. En Corumbá, estado de Goiás, revolucionó el pueblo.
Y así en cada escala de un Brasil que se debate entre un poder político derrumbado por la sospecha de corrupción y la ilusión de que la esperada cita olímpica lleve la anhelada paz y el necesario progreso.