Tenemos que redescubrir la familia como la empresa más importante de nuestras vidasEl entrañable spot publicitario de Campofrío estrenado recientemente nos recuerda con humor ese estrés brutal al que toda madre está sometida. Un estrés en parte lógico, teniendo en cuenta que además de pertenecer a este mundo y responder a las exigencias que éste demanda, tiene sobre sus hombros una gran responsabilidad: liderar la empresa más importante de su vida.
La mujer ha luchado duro y durante muchos siglos por hacerse un hueco en el mundo laboral, demostrando a la sociedad que es tan válida como su contrario para dirigir empresas, pero yo me pregunto, ¿nos habremos pasado de frenada? Quiero decir, ¿ese deseo de gritar “yo también valgo” nos ha cegado dejando en un segundo plano la empresa más importante de nuestras vidas?
Esto no significa que para el padre, figura fundamental – eso no lo niega nadie -, el hogar no sea una empresa importante, o que no pueda ser él quien lidere la construcción de esa casa, cada familia encontrará su fórmula. Pero sí significa que esa empresa nadie la construye por nosotros y en determinados momentos de su construcción, como toda compañía, requiere más presencia y supervisión -de las habituales- por parte del director.
Y en esos momentos, en un acto de generosidad total, el líder debe saber entender cuáles son las necesidades del equipo y volcarse en él recorriendo el camino inverso al de cualquier empresa. Dejando altos cargos por un tiempo y construyendo el hogar que todo ser humano necesita.
Porque a la vida profesional se vuelve, pero el vacío emocional y familiar que uno descubre y siente al cabo de los años no se recupera. Y esa sensación de momentos perdidos, ayuda no prestada, crecimiento en manos de otros, situaciones descontroladas, sí que genera un desasosiego y un estrés difícil de soportar e incluso de airear en una cena con amigas. Porque la vida es una, es obvio y como tal hay que vivirla.
Como siempre el equilibrio es el mejor amigo. No hay recetas mágicas, cada uno debe encontrar la adecuada para su familia. Con estas líneas solo busco un segundo para la reflexión. Un segundo para cuestionarnos si lo estamos haciendo bien o si se podría mejorar. Un segundo para valorar si ese estrés es sano o impuesto. Y si debemos tener estresadas a quienes lideran nuestro bienestar. Porque lo que no podemos tolerar es que precisamente a ellas, se les niegue el privilegio de elegir con libertad cuándo y cómo construir la empresa más importante de sus vidas.
Ángela de Miguel es consultora en la Fundación Home Renaissance, una institución internacional dedicada a potenciar el valor del hogar como lugar de la realización personal