Los ecuatorianos dejan atrás la tragedia y miran hacia adelante con fe y esperanzaPara muchos aún sigue vivo el recuerdo del devastador terremoto de 7.8 grados en la escala de Richter que afectó Ecuador el pasado 16 de abril, que dejó un saldo de más de 600 personas muertas y más de 30.000 damnificados.
Ya pasó un mes y el país vive la hora de la reconstrucción y de mirar hacia adelante. Remoción de escombros, construcción de viviendas y otras obras de infraestructura, dejan imágenes recurrentes en los lugares más golpeados.
En algunos lugares los daños son totales e incluso las cifras de la catástrofe no son definitivas, por ejemplo, en Portoviejo y Manta, ubicadas en la provincia de Manabí, donde se hayan las denominadas zonas cero. También la ciudad costera de Pedernales, uno de los lugares que más sintió el impacto del sismo.
En el caso de Portoviejo, la mayoría de las edificaciones de las 32 manzanas quedaron colapsadas. Maquinarias y polvo forman parte ahora del paisaje.
La demolición también avanza en las otras localidades afectadas, desde Muisne en Esmeraldas hasta Calceta, en el noreste manabita, pasando por Jama, Canoa, Bahía de Caráquez, Charapotó, Rocafuerte, Tosagua, Chone, Jaramijó. Es lo común en estos días, afirma el diario El Universo de Ecuador.
Por otro lado, se pueden ver personas durmiendo en veredas, terrenos baldíos u otros espacios verdes, al tiempo que desde el Gobierno se trabaja para llevarlos a lugares donde puedan estar resguardados.
La propia ministra de Inclusión Económica y Social de Ecuador, Lídice Larrea, expresó a El Universo que son “8.500 familias damnificadas y que el Gobierno busca llevarlas, hasta fin de mes, a los albergues organizados”.
Más allá de este panorama desolador también es posible percibir las ganas de levantarse y el ánimo de miles de ecuatorianos que pretenden rehacer sus vidas, muchos de los cuales lo perdieron todo (familia, amigos, hogar, trabajo).
Este sentimiento cobra mayor fuerza entre los sobrevivientes, muchos de los cuales sufrieron severas heridas y de alguna manera están más que agradecidos porque “volvieron a la vida”, particularmente 113 rescatados.
Tal es el caso del testimonio de Jenny Valencia, quien pensó que su hija de 11 años no saldría viva debajo de los escombros del hotel Chimborazo.
“Salían los muertos uno a uno y la angustia era grande, pensaba que ya no iban a encontrar viva a mi hija… solo me quedaba confiar en Dios”, contó Jenny a El Universo.
Jenny estaba acompañada de su hermana en ese momento de desesperación mientras esperaba alguna novedad de su hija en medio de la impotencia.
Pero en medio de una multitud de repente escuchó el anuncio de que su hija Evelin estaba viva y salió corriendo al lugar.
Evelin fue trasladada rápidamente a un hospital y de ahí en más permaneció unos días aislada.
El de ella representa tan solo uno de tantos ejemplos de perseverancia y optimismo por haber vuelto a la vida. Su familia nunca bajó los brazos y ella tampoco lo hizo.
De momento, los planes estatales para hacer frente a la reconstrucción y mirar el futuro continúan a través de bonos para viviendas y protocolos de demolición, entre otros.
Una jornada cívica
La ciudad de Pedernales fue el epicentro del terremoto, el lugar quedó devastado casi en su totalidad. Por estas horas, a un mes de la catástrofe, flamea una inmensa bandera ecuatoriana como símbolo de esperanza y este lunes se realizó un minuto de silencio en memoria de las víctimas.
“Este es el símbolo de una nueva vida, la reconstrucción. La bandera del Ecuador significa que no estamos solos, significa que estamos acompañados de todos los hermanos del Ecuador”, expresó el alcalde de Pedernales, Gabriel Alcívar.
En Manta, Portoviejo, Chone y otras localidades se celebraron misas a las 18:58, la hora del terremoto, confirmó El Universo de Ecuador.
La misa campal
Una de las ceremonias más emotivas a un mes del terremoto se llevó a cabo en Bahía de Caráquez (Manabí), donde más de 500 personas participaron de una misa campal.
“Volvamos a reconstruir nuestros sueños”, era uno de los mensajes que se podían leer en pancartas que llevaban los fieles.
“Es necesario tener fe en que Dios camina con nosotros, en que Él está con nosotros”, expresó en su homilía el padre Bruno Do Santos, párroco de la iglesia La Merced, palabras que fueron seguidas de un emotivo aplauso.