Brasil agudiza su crisis política y la región se mantiene expectante El Senado de Brasil le puso punto final a un hecho político que se venía anticipando desde hace tiempo. Con 55 votos a favor y 22 en contra fue aprobado este jueves el juicio político contra la presidenta Dilma Rousseff, quien además está obligada a abandonar el poder por 180 días.
La sesión fue “maratoniana”, duró más de 20 horas, y el principal argumento para la decisión tuvo que ver con una acusación sobre Rousseff por cometer un “delito de responsabilidad” al haber maquillado las cuentas públicas para ocultar el déficit presupuestario. Sucedió durante los años 2014 y 2015.
Sin embargo, algunos defensores de Rousseff aseguran que estas maniobras no son motivo suficiente para someterla a juicio político.
De todos modos, otros senadores fundamentaron su voto en el caso de corrupción vinculado a la petrolera estatal Petrobras, la crisis económica e incluso en haber incumplido promesas de campaña.
Mientras tanto, el vicepresidente Michel Temer será quien ocupe el cargo de Rousseff mientras permanezca suspendida. De prosperar el juicio político, Temer podría seguir hasta diciembre de 2018, siempre y cuando no haya elecciones anticipadas.
Se trata justamente de alguien que pasó de ser su principal aliado -en el marco del acuerdo ganador entre el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB) con el Partido de los Trabajadores (PT)- a principal enemigo cuando se rompió este lazo político.
180 días de “purgatorio” para Dilma
Ahora comienza un proceso de juicio político en el Senado que durará hasta seis meses. Se armará una comisión que analizará las pruebas contra la hasta ahora presidenta en ejercicio. Además se convocará a testigos e incluso Dilma presentará sus abogados.
Durante este tiempo, en el que Dilma se mantendrá apartada de su cargo, pasará una especie de “exilio político” en la residencia presidencial en el Palacio de Alvorada donde esperará una decisión final del Senado que definirá si es suspendida de forma definitiva.
Para que la destitución definitiva suceda, se necesitan dos tercios a favor de esta resolución del plenario de la Cámara de Senadores (54 de un total de 81 senadores).
El encargado de presidir este proceso será el presidente de la Corte Suprema de Brasil, Ricardo Lewandowski.
El desenlace es difícil de prever. Por ahora la única certeza es que Dilma deberá enfrentar 180 días de “purgatorio”, al tiempo que señala de forma enfática que lo que le sucedió fue un “golpe de Estado”.
Este concepto fue ratificado en conferencia de prensa rodeada de varias figuras políticas y militantes este jueves a horas de conocida la decisión del Senado.
“Mi gobierno ha sido blanco de un sabotaje. El objetivo es impedirme de gobernar y forjar el medio ambiente propicio para un golpe. Esto es un golpe. Es un proceso frágil, un juicio injusto que se desató sobre un inocente. No existe injusticia más devastadora que condenar a un inocente. Una injusticia que se comete es un mal irreparable”, expresó Rousseff.
“Tengo el orgullo de ser la primer mujer presidenta de Brasil. Voy a luchar para ejercer mi mandato hasta el fin”, agregó.
Rousseff abandonó el reciento caminando junto a sus ministros en medio de fuertes medidas de seguridad y un multitud que la acompañaba incluso tirando pétalos de rosas.
¿Y ahora qué?
El gigante sudamericano está inmerso en una profunda crisis política y económica que incluso tiene coletazos a nivel social. Esta situación hace que América Latina siga de cerca los acontecimientos habida cuenta del posible impacto de esta situación en los diferentes países.
Brasil es el principal socio comercial de varios países vecinos y además se presenta como una economía emergente.
Esta decisión llega luego de 13 años de gobiernos de izquierdas en Brasil que comenzaron con Lula Da Silva y continuaron con Dilma.
Además, el contexto no es muy alentador ya que los avances sociales que hubo en materia de pobreza e inclusión social se vieron salpicados en los últimos años por el fantasma de la corrupción, recesión económica y hasta estallido de varios sectores sociales disconformes.
Para muchos analistas políticos incluso se trata de una tendencia regional, pues así como el primer triunfo electoral del PT significó el ascenso al poder de la izquierda sudamericana, esta situación actual que vive Brasil vendría a confirmar una tendencia al revés.
Pero más allá de especulaciones políticas, el gigante de América Latina atraviesa una vez más una dura prueba y quienes continúen en los cargos de poder tendrán la gran responsabilidad de recuperar la confianza de los inversores y sacar a Brasil de una profunda crisis económica.
De no ser así el impacto podría ser mayor y la ola podría afectar a otros países de alrededor.
Así pues, lo único que resta esperar es que cualquiera que sea el desenlace, todo este proceso finalice con la consolidación democrática de un país fundamental para encausar el continente hacia un mejor porvenir.
A pocas horas de que comenzara la maratoniana sesión del Senado que culminó con la suspensión de Dilma, el papa Francisco hizo pública su preocupación por la situación que vive el país y pidió rezar.
“En estos días en los que nos preparamos para Pentecostés, pido al Señor para que el país (Brasil), en estos momentos de dificultad, proceda por el sendero de la armonía y de la paz con la ayuda de la oración y del diálogo”, dijo Francisco a los fieles brasileños presentes este miércoles en la plaza de San Pedro.
Y pidió: “Nuestra Señora de Aparecida (patrona de Brasil), que como una buena madre no abandona nunca sus hijos, sea defensa y guía en este camino”.