Los habitantes de Valdivia se arman de paciencia, las cosas no siempre salen según lo previsto…
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¿Fue solo un error de cálculo? Esa es la pregunta que muchos se hacen luego del reciente anuncio del gobierno chileno de la demolición del Puente Cau Cau, cuya primera piedra se colocó hace cinco años a cargo de una empresa española, pero con una pieza clave al revés.
Todo parecía indicar que Chile iba a tener su primer puente basculante. Pero tras el anuncio de las últimas horas, el Gobierno dejó por el camino una ilusión que empezó a gestarse en la década del 90.
Detrás de esto se encuentra la empresa española Azvi (prefirió mantenerse en silencio hasta el momento), que puso al revés uno de los tableros que conformaban la parte levadiza, por ende, una de las piezas clave.
Sin embargo, más allá de que los costes ahora se deberán incrementar para demoler y reconstruir de cero la obra, se encuentra en el epicentro una demanda ciudadana que seguirá insatisfecha ya que deberá esperar más tiempo para disfrutar del ansiado punto de conexión.
La localidad afectada es Valdivia, que se encuentra en la región de Los Ríos, a unos 800 kilómetros al sur de Santiago de Chile.
Hace 25 años que los pobladores locales esperaban por esta construcción necesaria para conectar esa localidad con la costa.
Y es que gracias a este puente los habitantes esperan tener una mejor movilidad, mejor conexión y llegar más rápido a algunos lugares.
La “joya de Valdivia”
El puente en el Río Cau Cau era muy esperado por los pobladores de Valdivia a tal punto de que era considerado de importancia fundamental para el desarrollo local. Además, se pretendía que fuera una nueva postal de la zona gracias a un avance constructivo y tecnológico único en el país.
Se trataba nada más ni nada menos que del primer puente basculante y levadizo del país. En ese sentido, se le consideraba la obra emblemática por su impacto paisajístico y turístico, sus efectos en materia de desarrollo vial y de conectividad, y su importancia como eje de conexión con el litoral, zona que en Valdivia adquiere cada vez mayor relevancia por su rol en el desarrollo económico y productivo de la provincia, según apuntó hace unos años la revista BIT, especializada en innovación y tendencias.
Con su ejecución se tenía previsto también darle solución de diseño a los accesos al viaducto a ambos lados del río.
Por otro lado, junto con este proyecto, se le estaría dando a Valdivia una alternativa de conexión y descongestión, algo que suponía el mejoramiento de la calidad de vida de la gente en las regiones, también desde un punto de vista medioambiental.
Con este proyecto se preveía mejorar el acceso a los recursos ambientales, paisajísticos y turísticos de la zona. La construcción de miradores, permitirán una mejor contemplación del río Cau Cau y la habilitación de ciclovías favorecerán las actividades de esparcimiento.
Sin lugar a dudas el proyecto le iba a dar valor a la ‘Zona de Interés Turístico Valdivia – Corral.
El proyecto no iba a generar el desplazamiento o la reubicación de personas o alteración significativa de los sistemas de vida y costumbres de grupos humanos. Lo único que se estimaba era la mejora a los servicios básicos y la creación de nuevos polos de desarrollo turístico.
En cuanto al impacto ambiental, la presencia de avifauna y vegetación hizo considerar algunos aspectos para cuidar el entorno. El objetivo era intervenir lo menos posible en el hábitat. Y eso fue lo que se procuró desde el inicio.
Pero el sueño de esta “joya”, el nuevo hito urbano de Los Ríos, se vio frustrado de la manera más inesperada.
Una pieza al revés
En 2014, mientras la obra estaba casi terminada, surgió un hecho que generó fuerte indignación ciudadana.
Las autoridades anunciaron que uno de los brazos móviles había sido colocado de forma inversa y por ende la obra sufriría una desviación que terminaría generando inconvenientes para la adecuada unión.
El error había quedado por demás visible al constatarse que el carril para bicicletas quedaba a la derecha en una de las mitades y a la izquierda en la otra.
Pero al momento de confirmar esto ya era demasiado tarde. La reacción no tardó en llegar. Desde la alcaldía de Valdivia se pidió de forma inmediata un informe técnico para analizar las medidas a tomar.
Lo primero que hizo el gobierno chileno fue atribuirle a la empresa española la responsabilidad ante tal equivocación.
“Se han detectado errores en las pendientes transversales de la cubierta del tablero que serán subsanados durante el proceso de acabado de la obra”, expresó Azvi en un comunicado y rápidamente anunció que se haría “sin que sean necesarias obras de gran envergadura”.
Pero nada de esto aconteció y tras idas y vueltas –que incluyeron culpar al Ministerio de Obras Públicas (MOP) de Chile por falta de supervisión– en junio de 2015 se dio por finalizado el contrato con la empresa.
En los últimos días salió a la luz uno de los informes pendientes a cargo de la empresa estadounidense de ingeniería Hardesty & Hanover.
“El término de los estudios nos permite afirmar que el puente tiene que ser hecho, en lo medular, completamente de nuevo”, afirmó el ministro de Obras Públicas de Chile, Alberto Undurraga, en declaraciones recogidas por BBC Mundo.
Se estima que la reconstrucción signifique un gasto extra de 15 millones de dólares con el desembolso a cargo de la empresa Azvi.
En tanto, mientras el gobierno chileno hacía estos anuncios y aguarda alguna respuesta de parte de la empresa española, la comunidad de Valdivia deberá seguir armándose de paciencia a la espera de una solución estable y duradera que le permita de una vez por todas hacer efectivo el sueño de la conexión que anhela hace 25 años y con un puente normal.
Algunos se lo tomaron con humor al hacer referencia al error de cálculo: “Adiós puente Cau Cau. Nos diste una gran lección de perseverancia: nunca bajar los brazos”, escribió un usuario en Twitter.