Sin brazos logró tocar los corazones peruanos. Fe y esperanza es lo que entregó en su música. Su guitarra habló de cómo logró hacer realidad sus sueños. Vibró e hizo vibrar a los más de 2.000 espectadores que colmaron la explanada sur del Estadio Monumental el 30 de abril en Perú.
“¡Tenemos que recoger nuestros sueños y que salgan volando!”, sonrió el músico nicaragüense Tony Meléndez, al tiempo que iba lanzando con los dedos de sus pies unos coloridos discos.
Abrazó con su música esa noche durante cuatro horas. Luces, fotos, su vida pasó en un segundo por la mente los peruanos. Se confundió entre todos los demás e incluso saludó y caminó junto a quienes asistieron a escucharlo.
Pero, antes del concierto, Tony brindó su testimonio de vida en diálogo con Aleteia.
La Talidomina fue la sustancia que te dejó sin brazos, desde el vientre de tu madre. Sin embargo no te dejaste doblegar, ¿sentiste alguna vez que te faltaba esperanza?
Nunca a un punto de querer quitarme la vida. El dolor nunca ha sido tan fuerte, al punto de decir: “ya no quiero vivir”. Tuve en mi vida el don de siempre buscar algo bueno que hacer, es lo que me ha ayudado (…).
Cuando niño buscaba a mis amigos, mis primos, mis hermanos, mi familia. Siempre estaba dispuesto a jugar. Es lo que me ha dado la fuerza para salir adelante.
Todos necesitamos siempre un poco de esperanza. Y eso es lo que encontré en el amor de mis padres. Ellos me demostraron que todo se puede alcanzar con amor.
Así has desafiado a la vida durante 54 años. ¿Cambió tu vida aquel encuentro con el ahora san Juan Pablo II el 15 de setiembre de 1987 en Los Ángeles, California?
¡Brincó hacia mí! Me dio un beso. Nunca me lo esperé. Sólo terminé de cantar y mi mejilla recibió un beso suyo. Fue sorprendente para mí. Su sola presencia lo llenaba todo, cuando lo conocí, él ya era santo para mí.
Era sorprendente como se dirigía a todos, uno sentía que te hablaba directamente a ti. Los jóvenes derramaban lágrimas al verlo. Never be the Same, nunca será lo mismo, fue el tema que canté ese día, ante 6.000 personas.
Hasta ahora este ha sido mi camino en unión con Dios. Él me da la fuerza para hablar con los dedos de los pies.
Y fue verdad, todo cambió en mi vida. Ya nada fue como antes. Los medios de comunicación comenzaron a buscarme, empecé a viajar, me llamaban de todas partes del mundo. He grabado 7 producciones, dos de ellas están en español.
Vivir en un mundo de brazos cuando no los tienes es desafiante. Pero tu voluntad nunca se doblegó. Incluso has escrito dos libros: Un regalo de esperanza y No digas que no puedo. ¿Cuál es tu mirada de la vida frente al sufrimiento?
La vida no es fácil, pero tenemos que levantarnos cada día con ánimo. Tenemos que tener en el corazón una fuerza especial. Para poder seguir adelante, para ayudar.
Andamos enojados, nos irrita todo cuando vemos que en el país nada va bien, hay guerras. Teresa de Calcuta nos decía: “Yo recogía a una persona uno por uno”, me encanta esta frase. Esto nos puede abrir las puertas para encontrar la paz.
Escribí los libros porque había interés de muchos. Fue uno de los retos más fáciles que me he puesto. Todos los recuerdos de mi vida están ahora en papel. Espero llevar a través de sus páginas esperanza y aliento a los demás.
Ese deseo de querer hacer siempre cosas es lo que hasta ahora me mantiene. Saber que puedo ayudar, que puedo hacer algo por el otro. Me mantiene siempre vivo.
Tu mirada siempre la has dirigido a Dios, ¿cuál de los temas que has escrito te conecta más con él?
Dios siempre ha estado presente en mi vida. Me permitió construir el Tony que soy ahora. ”Tú eres mi Dios” es el que siempre me lo piden en cada concierto. Siento que a través de su letra he podido llevar su mensaje.
Fotos: productora Candil y Jeraldine Guevara
Hoy celebramos a...