Se habla poco de ella…El olvido de la noche de bodas
“No hay que olvidar los elementos que rodean al acontecimiento: el cóctel de compromiso, la noche para los amigos íntimos y el almuerzo del día siguiente”. Los autores de los libros en cuestión a menudo parecen estar interesados sólo en el aspecto práctico del evento; hacen como si la noche de bodas no existiera.
De hecho, muchos recogen la opinión de que esta primera noche no tiene nada de especial en sí misma. Van dirigidos a parejas que quizás ya comparten una vida sexual activa y sólo necesitan abundantes consejos logísticos. El hecho de pasar una noche más juntos no les merece una especial atención.
Otros autores explican que los novios que ya viven juntos desean sobre todo ofrecer una buena fiesta para sus amigos, hasta tal punto que, el día de la celebración del matrimonio, ya no queda lugar para el encuentro sexual de los casados.
La intimidad, un momento precioso
¿Y si tomáramos prestado de los casamientos judíos el ritual del Yichud? Inmediatamente después de la ceremonia, los recién casados van a un cuarto separado donde poder tener un momento exclusivo para los dos. Cierto que es durante un periodo breve, pero permite que estén juntos para tomar conciencia de la promesa que se han hecho el uno al otro.
Lleguen o no vírgenes los esposos a la boda, la noche de bodas sigue siendo importante, no porque contenga una promesa de placer sexual, sino porque marca un punto de inflexión en la vida. No es un fin, sino un principio.
Poco importa si el éxtasis de los sentidos no acude a la cita; lo esencial es que, desde ese momento, podrán aprender a descubrir al mismo tiempo la vida juntos.
Es una pena que aquello que comparten marido y mujer, incluida la sexualidad, ya no se considere como algo valioso en sí.
La importancia de la primera unión sexual
En algunos casos, las parejas están tan estresadas por los preparativos de la boda que se van de “luna de miel” antes de celebrar la celebración.
El Huffington Post lo explica con cierta ligereza: “¿Qué es una luna de miel al fin y al cabo? Es un tiempo que compartir alejados de la rutina cotidiana. Nos embarcamos hacia un horizonte desconocido, comemos bien, hacemos turismo y nos divertimos de formas nuevas. En resumen, unas vacaciones que coinciden con el matrimonio como pretexto. De hecho, nada impide que los novios tengan que esperar a dar el ‘sí quiero’ para celebrar un viaje como éste”.
Bueno, pero entonces, ¿qué es lo que se celebra? Si la vida ya es una “rutina cotidiana” de la que hay que huir, ¿qué sentido puede tener la ceremonia del matrimonio?
Yo llevo mucho tiempo casada. La rutina del día a día la conozco bien y también conozco las alegrías del matrimonio. Te puedo decir qué es lo que necesitan las parejas, y no se trata de playas de arena blanca ni cócteles en el borde de una piscina.
Las parejas felices son las que han aprendido a ser felices juntas, donde sea, cuando sea, y las que han comprendido que los lazos del matrimonio son únicos, tanto por lo que exigen de nosotros como por lo que cada uno de nosotros aporta, algo que no existe en ninguna otra parte.
Por eso es tan importante la primera unión sexual de la pareja casada y por eso es conveniente reservarle su propio espacio, incluso si la pareja ya ha sido constituida… e incluso aunque probablemente no vaya a ser la vez más extraordinaria que tengan.
El casamiento es querer hacer con una persona en particular aquello que no se volverá hacer con otra persona, incluyendo el amor.
La noche de bodas es un punto de partida hacia una realidad nueva. La celebración del matrimonio se supone que tiene que hacernos diferentes. Porque si no cambia nada, ¿de qué sirve?