La Tradición de la Iglesia escribe y define la BibliaCuando se acude a http://www.vatican.va/archive/bible/index_sp.htm, se puede leer la Biblia en cualquier idioma y no sólo eso, sino además emplear una serie de aplicaciones que te permiten de forma, casi inmediata, acudir a índices, textos, palabras, concordancias y estadísticas, que son herramientas extraordinariamente poderosas para guiar tu lectura y profundizar tu comprensión del texto.
Bueno, pues ahora retrocedamos muchos siglos, concretamente al inicio de la era cristiana:
San Mateo escribió el primer Evangelio siete años después de la Ascensión de Jesús, dirigido más bien a la comunidad judía.
San Marcos 10 años después para los cristianos de Roma.
San Lucas 20 años después, lo que ha investigado y lo dirige a Teófilo.
Y, San Juan 60 años después.
Cristo envió a los Apóstoles a predicar el evangelio por todo el mundo (Mat 28, 18-20); no les encargó escribir ningún libro (Mar 16,16-16), sino que fundó su Iglesia, con Pedro como fundamento, para que se “predicara” por todo el mundo, con la asistencia del Espíritu Santo.
Los Apóstoles no escribían, excepto Mateo y Juan. Toda la transmisión de la vida y doctrina de Cristo fue oral.
Incluso cuando escribieron los cuatro evangelistas y narraron los Hechos de los Apóstoles y escribieron las cartas (epístolas de Pablo, Pedro, Judas, Santiago, Juan,…) ignoraban que estaban redactando el Nuevo Testamento.
En el capítulo 15 de Hechos se narra la controversia que surge entre los primeros cristianos. Lo que hacen para dilucidar las diferencias no es acudir a la Biblia, “al libro”, sino a los Apóstoles, a la Iglesia, que se reúne en Jerusalén (primer concilio) y deciden en el versículo 28: …”Nos ha parecido al Espíritu Santo y a nosotros…”.
Los cristianos, para conocer la verdad, acudían a la Iglesia; 1 Tim 3, 15: “…para que así sepas como hay que comportarse en la casa de Dios, que es la Iglesia de Dios vivo, columna y fundamento de la verdad”.
Muy pocas personas leían y, menos aún escribían, y solo algunos afortunados podían acudir a esos textos o a alguna de sus copias que eran manuales y extraordinariamente caras y escasas.
Además, durante esos primeros siglos circularon muchas falsas versiones de evangelios y epístolas, lo que obligó a que se reunieran en Roma, en el año 382, los Obispos de la Iglesia para definir los 27 textos del Nuevo Testamento que consideraron auténticos (además de definir el canon del Antiguo Testamento).
Por lo tanto, la gente, el pueblo, no leía la Biblia ni ningún libro. La transmisión de la vida y doctrina de Cristo fue oral hasta el siglo XVI.
Y así fue hasta 1.531, cuando se inventó la imprenta, y los libros (no sólo la Biblia) comenzaron a tener difusión y a ser accesibles para muchas personas.
Las personas, de cualquier creencia que, entonces y ahora, pueden leer la Biblia, lo hacen gracias a la transmisión de la Tradición de La Iglesia.
Desde entonces hasta hoy, con la web vaticana de la Biblia, mencionada al principio, aunque la lectura de libros forma parte de los hábitos culturales, no podemos decir que, ni siquiera entre los cristianos, haya un hábito arraigado de leer y conocer la Biblia.
Todavía es imprescindible la catequesis oral de la Iglesia, el ministerio de la Palabra, para seguir transmitiendo fielmente la Tradición de la vida y doctrina de Cristo iniciada por los Apóstoles y los primeros cristianos.