El vigésimo tercer Congreso Eucarístico de 1997, marco de un encuentro inusual
“El Papa se veía cansado, exhausto”, escribió Benedicto XVI en su libro Juan Pablo II, mi amado predecesor, a propósito de aquella noche del 27 de septiembre de 1997. Comenzaba un concierto, en el marco del vigésimo tercer Congreso Eucarístico, en medio de la visita pastoral del Papa Wojtyla a Bologna. Trescientas mil personas se habían reunido para el espectáculo en el que, junto a Andrea Bocelli, Lucio Dalla y Gianni Morandi, entre otros, se presentaría Bob Dylan.
“En ese mismo momento”, continúan las memorias de Ratzinger, “llegaron las estrellas, Bob Dylan y otros cuyos nombres no recuerdo”. La preocupación de Ratzinger por la presencia de Dylan en el evento era real, y obedecía a razones bastante comprensibles. La presencia de Dylan en aquel escenario era una noticia que, para los medios internacionales, era incluso más trascendente que el propio Congreso: Dylan, de familia judía, había pasado por sucesivas crisis de fe que le habían hecho acercarse al catolicismo.
Sin embargo, de acuerdo a Ratzinger, Juan Pablo II y Bob Dylan “tenían un mensaje totalmente diferente. Había razones para tener reservas –y todavía las tengo- acerca de si realmente fue correcto permitir que esta especie de ‘profeta’ apareciese en el escenario”. Para Ratzinger, Dylan era el profeta de la contracultura, a pesar de que el propio cantautor más de una vez se resistiese a ser identificado con semejante etiqueta, como lo recoge la crónica de Sean Curnyn en FirstThings.
Pero Wotjyla parecía tener una opinión distinta a la de Ratzinger a propósito de Dylan.
El cantautor incluyó en su concierto uno de sus temas emblemáticos, “Blowing in the Wind” (“soplando en el viento”). El coro del tema insiste una y otra vez en que “la respuesta, mi amigo, está soplando en el viento”. Al dirigirse a la juventud en Bologna, Juan Pablo II usó el tema de Dylan como referencia:
“Un representante de ustedes” dijo, refiriéndose a Dylan, “que la respuesta a las preguntas de la vida está ‘soplando en el viento’ ¡Es verdad! Pero no en el viento que sopla y se lleva todo en remolinos vacíos, sino en el viento que es el aliento y la voz del espíritu, una voz que llama y dice ‘¡ven!’ (cf. Jn. 3,8; Ap. 22,17). Me han preguntado” –prosiguió, citando la letra del tema de Dylan- “¿cuántos caminos debe caminar un hombre antes de que puedan llamarlo propiamente hombre? Respondo ¡uno! Hay sólo un camino para el hombre, y ese camino es Cristo, quien dijo ‘Yo soy el camino’ (Jn. 14,6) Él es el camino de la verdad, el sendero de la vida”.
Aunque es sabido que Dylan habla algo de italiano, como continúa la crónica de Sean Curnyn, lo que no se sabe es si escuchó o entendió el comentario de Juan Pablo II sobre su canción. En todo caso, cuando subió al escenario después de la intervención de cierre de la jornada del Papa, Dylan terminó su concierto con su propia especie de bendición: tocando “Forever Young” (“Por siempre joven”), que comienza diciendo “Que Dios te bendiga y te guarde siempre”.