Fatalismo indolente francés hasta la médulaLa prolífica autora belga francófona Amélie Nothomb publicó en 2007 su decimosexta novela Ni de Eva ni de Adán, un relato autobiográfico en el que cuenta de qué forma le marcó haber nacido en Japón cuando su padre era diplomático, y haber vivido allí los primeros cinco años de su vida.
La propia Amèlie es la protagonista de esta historia, que tiene lugar en Tokio, y que arranca cuando la escritora, recién regresada a la capital nipona tras cumplir la mayoría de edad, decide impartir clases de francés como método para aprender japonés y ganarse la vida. Encuentra un alumno, el joven Rinri, que amén de su alumno se convertirá también en su amante y prometido.
Romance en Tokio es la adaptación de esta novela, que nos llega con dos años de retraso. La película está escrita y dirigida por el cineasta belga Stefan Liberski, y su hijo Casimir ha compuesto la banda sonora. Se trata de una cinta muy francesa en su tono antropológico, muy ligero en las cuestiones de fondo, y relativista en la concepción de las relaciones sentimentales y sexuales.
Amélie, interpretada magistralmente por Pauline Etienne, es una joven en busca de sí misma, con pocas certezas y algo infantil de mentalidad. Pero su frescura y sensibilidad la hacen entrañable y cercana. Su deseo es ser novelista, y ello propicia los recursos imaginativos que ella nos ofrece como narradora de la historia. Rinri (Taichi Inoue) refleja la misma perplejidad, pero desde idiosincrasia japonesa.
El encuentro entre ambas miradas tan diferentes es el núcleo de una película que, en el fondo, indaga hasta dónde puede llegar la multiculturalidad. La película es muy sencilla, casi naif, pero rodada con mucho esmero y detallismo, y el final metafórico y nostálgico nos habla de la vida entendida como un tsunami que se lo lleva todo. Fatalismo indolente francés hasta la médula. Sus diversas escenas sexuales la hacen no recomendable para los más pequeños.