El Espíritu Santo nos da la fuerza para ser testigos de Jesús, también en las persecuciones, en las grandes en las que se llega a dar la vida y en las pequeñas, las persecuciones de las murmuraciones y de las críticas.
Lo dijo el papa Francisco en la misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta del Vaticano.
Los Hechos de los Apóstoles cuentan que el Señor abrió el corazón de una mujer llamada Lidia, una comerciante de púrpura que en la ciudad de Tiatira escuchaba las palabras de Pablo.
El Papa comentó:
La persecución es el precio del testimonio cristiano
El Evangelio nos habla de un doble testimonio: el del Espíritu que nos da testimonio de Jesús y el nuestro. Nosotros somos testigos del Señor con la fuerza del Espíritu.
Jesús invita a los discípulos a no escandalizarse porque el testimonio lleve consigo persecuciones.
Desde “las pequeñas persecuciones de las murmuraciones”, de las críticas, a las grandes “de las que la historia de la Iglesia está llena, que llevan a los cristianos a la cárcel o incluso a perder la vida”.
Es, dice Jesús, el precio del testimonio cristiano.
Dar a conocer a Jesús, no tanto con las palabras sino con la actitud
“El Espíritu Santo que nos ha hecho conocer a Jesús -concluyó el Papa- es el mismo que nos empuja a darlo a conocer, no solo con las palabras, sino con la propia vida”.