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Parábola moderna del por qué el Papa se trajo de Lesbos a 3 familias musulmanas

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Ary Waldir Ramos Díaz - publicado el 27/04/16

Francisco responde indirectamente a los detractores de su gesto en la audiencia general de este miércoles: ¿Quién es mi prójimo?

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“Con la parábola del buen samaritano, Jesús nos enseña que para heredar la vida eterna tenemos que amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a nosotros mismos”, dijo el papa Francisco este miércoles 27 de abril durante la audiencia general en la plaza de San Pedro.

El Pontífice prosiguió ante unos 50.000 fieles su ciclo de catequesis sobre la misericordia en la Biblia. “El amor cristiano es un amor comprometido que se hace concreto en la vida”, insistió.

“No lo olvidemos nunca: frente al sufrimiento de tantas personas agotadas por el hambre, la violencia y la injusticia, no podemos permanecer como espectadores”, dijo el Pontífice, criticado por haber traído a Roma en su avión a tres familias de refugiados musulmanes durante su reciente viaje a Lesbos.

Se trata de tres familias musulmanas, dos de ellas originarias de Damasco y la otra de Deir Ezzor, territorio ocupado por el Estado Islámico (IS). En redes sociales se puso entredicho la voluntad del Papa de ayudar a los cristianos perseguidos en Oriente Medio.

¿Qué significa ignorar el sufrimiento humano? “Es ignorar a Dios. Si yo no me acerco a ese hombre, a ese niño, a ese anciano… que sufre, no me acerco a Dios”, recalcó Francisco, que definió la crisis de los refugiados como la «peor catástrofe humanitaria desde la Segunda Guerra Mundial».

En esa ocasión también indicó: «No he elegido entre cristianos y musulmanes, estas tres familias tenían los papeles en regla y se podía hacer», explicó en referencia a los refugiados que subieron con él en el avión.

«¿Quién es mi prójimo?» ¿Puedo clasificar a los demás?

A esto, volviendo al significado de la parábola de Jesús sobre el Samaritano indicó: Él “tuvo compasión” ante el hombre moribundo y agredido. Es decir, “el corazón se conmovió”.

«¿Quién es mi prójimo?», recordó la actualidad de la pregunta. «¿Mis parientes? ¿Mis compatriotas? ¿Los de mi religión? … «.

El hombre presenta a Jesús en el Nuevo Testamento esta cuestión fundamental porque -hizo notar el Papa- quiere una regla clara que le permita clasificar a los otros en «prójimos» y «no-prójimo”.

“Y Jesús responde con una parábola, que interpreta a un sacerdote, un levita y el samaritano. Las dos primeras figuras están vinculadas al culto del templo; el tercero era un judío cismático, considerado como un extranjero, pagano e impuro”, explicó.

El amor no distingue: todos son prójimos que nos necesitan

Así, el Pontífice invitó a salir de esas clasificaciones y recordando la parábola del buen samaritano situó la lección en el comportamiento del religioso y del levita que miraron al hombre herido, asaltado por ladrones, y siguieron su camino como si nada.

Sin importar la Ley del Señor que obligaba a socorrer al necesitado, el sacerdote -contextualizó Francisco- “miró el reloj y a lo mejor pensó: ‘se me hace tarde para celebrar la misa”.

El levita: “no sé si la ley me lo permite porque está manchado de sangre, seré impuro… y ambos cambian de camino”.

Amar al prójimo no es cuestión sólo de conocer la Biblia

“No es automático que los que asisten a la casa de Dios y conocen su merced saben cómo amar a nuestro prójimo”.

“Tú puedes conocer toda la Biblia, tú puedes conocer toda la liturgia, la teología, pero conocer el amor no es automático. Tú puedes conocer con la inteligencia pero se necesita algo más”, indicó.

Y habló del “sacerdote y el levita que ven, pero ignoran; miran, pero no proveen. Sin embargo, no hay un culto verdadero si no se traduce en servicio a los demás”.

“Dios tiene misericordia de nosotros”

“Podemos cada uno de nosotros preguntarnos: ¿Creo que El Señor tiene compasión de mí, así como soy… pecador y lleno de problemas? Piensen en ello y la respuesta es: ‘sí’…Dios nos espera siempre”, sostuvo.

De esta manera, volvió a poner como ejemplo al samaritano que actúa con piedad: “Pone fin a las heridas del hombre, lo lleva a una hostería, tiene un cuidado personal, le ofrece su ayuda”.

“Todo esto nos enseña que la compasión, el amor, no es un sentimiento vago” y confirmó: «Amarás a tu prójimo como a ti mismo«.

Amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado…

El Papa llegó a la conclusión de la parábola: “Jesús se dirige a la pregunta del doctor de la Ley y le preguntó: «¿Cuál de estos tres te parece que fue el prójimo de aquel que cayó en las manos de los ladrones? (V. 36)”.

La respuesta es clara –confirmó el Papa-: “quien ha tenido compasión de él”.

Al comienzo de la parábola, para el sacerdote y el levita el prójimo era el moribundo, al final –se cambian los papeles- y el prójimo es el samaritano que se ‘hizo cercano’, explicó Francisco.

Jesús cambia la perspectiva y pide no clasificar a los demás. “Tú puedes ser prójimo de todo aquel que encuentres en la necesidad. Serás “prójimo” si en tu corazón “hay compasión”.

«Esta parábola es un estupendo regalo para cada uno de nosotros. Estamos todos llamados seguir los pasos del samaritano”.

“Jesús se inclina sobre nosotros, se convirtió en nuestro servidor, y así nos ha salvado -concluyó Francisco-, para que podamos amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado”.

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