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Entiende el cambio climático con el sediento Lago Cocibolca

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Pablo Cesio - publicado el 27/04/16

Exigen medidas de protección para evitar la muerte del “Gran Lago” de Nicaragua

“Toda la vida hemos pescado, pero ahora nos cuesta trabajo conseguir el producto. Tenemos que ir más largo, sucede que los peces se van, es que el lago se está secando, nos tardamos más tiempos en regresar, esto es crítico”, asegura el pescador Álvaro Téllez en un informe especial denominado Nicaragua Sedienta elaborado por el diario Confidencial sobre el Lago Cocibolca.

Es cierto que los pescadores de la zona tienen que recorrer más para pescar.  Pero en realidad todos los pobladores que viven alrededor de este “Gran Lago” de Nicaragua están preocupados por el bajo nivel de sus aguas y tienen temor de que el cambio climático lo seque, algo que tuvieron que vivir con el humedal de Tisma o la presa Las Canoas.

La sed del lago

Con más de 8.000 metros cuadrados de extensión, el lago Cocibolca es el mayor de América Central y en su interior hay más de 400 isletas, tres islas y dos volcanes.

El agua del lago se ha alejado unos 50 metros de costa en seis meses. Nosotros lavábamos en la orilla. Hoy tenemos que ir siguiendo el agua, cada día se va alejando más y nos preocupa”, expresó en el informe María Lidia Obando, originaria de Puerto Díaz, Juigalpa, Chontales (Nicaragua).

Por ejemplo, los plataneros (personas que se dedican a cultivar o vender plátanos) de la isla de Ometepe -una de las principales del lugar- también ven su trabajo amenazado y advierten dificultades para sacar el  producto ya que quedan varados antes de llegar  a las ciudades y tienen que caminar más, además de contratar a más personas.

Muchas adjudican este problema al “cambio climático”. “Ojalá el Señor nos escuche, llueva y el agua regrese a su lugar”, dice una habitante de la zona

Sin embargo, otros entienden que hay varias razones. Según el biólogo y ecólogo Fabio Buitrago, entre las principales razones de lo que está sucediendo con el lago se encuentra la tala de árboles que entre otras cosas ha permitido que más sedimentos se acumulen.

Esto también impide que el agua se infiltre y alimente la fuente hídrica, lo que provoca que el nivel baje.

“Es un hecho que ha bajado su nivel, porque hay sedimentación, porque usan el agua de forma desmedida para los cultivos, pero no hay información que nos diga el daño que está sufriendo el lago”, reafirma Buitrago.

A propósito de esto, el especialista coincide en que el Gobierno no tiene datos exactos sobre la cantidad de agua que se ha perdido.

Por su parte, Salvador Montenegro, experto en recursos hídricos, considera, en declaraciones para el informe especial, que haber permitido o inducido la deforestación, la agricultura no sostenible y la ganadería extensiva generó un proceso de desertificación que no podrá sanarse solo con reforestar.

“La simple existencia de bosques en la parte alta de la cuenca, sin lluvia, usualmente es suficiente para capturar la humedad atmosférica, condensarla e infiltrarla gotita a gotita en el suelo. Pero al desaparecer las nebliselvas se interrumpe el ciclo hidrológico y corremos a buscar culpables en los fenómenos globales. No nos debe sorprender este estado del lago, más bien debemos tomar conciencia inmediata”, reflexiona Montenegro.

Calmar la sed del lago

Todos los expertos coinciden, más allá de algunos matices, en que el problema urge una rápida acción y que debe ser una prioridad de protección para el Gobierno.

En ese sentido, en Nicaragua existe la denominada Ley General de Aguas que manda a proteger el Lago Cocibolca por ser una fuente directa para el consumo de los habitantes de ese país.

“Esta Ley declara al gran Lago Cocibolca como una reserva nacional de agua potable. Hay una expectativa grande de parte de las poblaciones para resolver el problema del agua”, expresó el especialista.

Además, entiende que “no debe permitirse que más productores usen esta fuente hídrica para sus cultivos, pues podrían en riesgo la salud del manto y los ciudadanos que se abastecen del mismo”.

“El Plan Nacional para la gestión de los recursos hídricos es la salvación para el país. Las autoridades tienen que aterrizar lo que debe hacerse o quiere hacerse en cada una de las cuencas hídricas. Lo que Nicaragua necesita es el desarrollo de capacidades a nivel territorial, un área de la gestión de los recursos hídricos”, prosigue Montenegro.

Una sequía prolongada

El “Gran Lago” de Nicaragua tiene sed y la disminución de su caudal preocupa, pero no es la única imagen de sequía en ese país, que desde hace algunas temporadas debe hacer frente a este panorama.

En varias zonas costeras, además del lago Xolotlán, las aguas se han ido alejando, dejando en el lugar un escenario compuesto por lodo, arena, piedras y basura.

Abril y mayo representan justamente los meses más críticos del verano en cuanto a esta situación.

La esperanza quizás esté en esperar que llueva para encontrar algún alivio, pero para calmar la sed del Lago Cocibolca –al igual que de los otros recursos hídricos del país- se necesitan medidas de fondo y urgentes.

Por su parte, los autores del informe Nicaragua Sedienta señalan que el Gobierno se resiste a reconocer la gravedad del problema del agua e incluso denuncian “incompetencia y negligencia” en cuanto a la regulación de su uso, como pasa por ejemplo con el sistema de riego del arroz.

Mientras el hombre se empeñe en no asumir su rol y no quiera ver los efectos de su omisión, el clamor de la “Casa Común”, tal cual define el papa Francisco en su encíclica Laudato Sí, será cada vez mayor.

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