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El día en que Dios, por mediación de San Charbel, estremeció el alma de Chile

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Portaluz - publicado el 27/04/16
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Un milagro en la pequeña localidad de Freirina (norte de Chile) El cuerpo de san Charbel que permanece en el Monasterio Santo Maròn – Annaya (Líbano) “continúa incorrupto, tibio y exudando un aceite fragante, de color rojizo que al ser frotado sobre enfermos graves, en algunos de ellos ha provocado curas milagrosas”, según señalan las fuentes del Monasterio y atestiguan cientos de personas que por su mediación han recibido diversas gracias de Dios.

La gracia de Dios entre algodones

El año 2005 en la pequeña localidad de Freirina (norte de Chile) la profesora María Simón, hija de un emigrante libanés, se aproximaba al momento de su muerte. Con el 90% de sus pulmones destrozados por una agresiva fibrosis quística según mostraban las radiografías y escáner de tórax, pesando poco más de treinta kilos, los médicos dieron el fatal veredicto a su familia.

Sabiendo que cada minuto importaba Antonio Simón, hermano de María, recordó las historias que su padre, emigrante libanés oriundo de Chiayah (Líbano), le contaba sobre San Charbel… Escribió entonces un email a sus primos narrando lo que ocurría con su hermana. Por respuesta recibió un sobre que –obtenido en el Monasterio Santo Marón Annaya- contenía doce pequeños algodones que habían sido impregnados con el rojizo aceite exudado del cuerpo incorrupto de San Charbel.

Fue Perla, hermana de María, quien siguiendo las indicaciones llegadas desde Líbano frotó dos veces el cuerpo de la enferma con los algodones durante esa noche, especialmente la garganta y el pecho, sobre los pulmones. “Cuando ella me frotó el aceite, yo dejé de toser y pude empezar a respirar, me empecé a enderezar. Inmediatamente sentí que no me ahogaba”, contaría la propia María Simón unos meses después ante las cámaras del noticiero central del canal de televisión chileno, Mega.

El impacto de su recuperación golpeó también a su médico tratante, el doctor Carlos Soto, quien tras realizar nuevos exámenes no podía dar crédito a la evidencia. Envió entonces las radiografías primeras y las más recientes a un colega en Santiago, la capital, con una leyenda que decía: “mira, ésta es una recuperación asombrosa”.

Era tal el revuelo que la noticia fue comunicada por el canal de la televisión chilena Mega, donde hablaron testigos, amigos y la propia María. Uno de los momentos más significativos emitido por el canal de televisión ocurre cuando María, tras seis meses de ausencia, visita a sus alumnos en la pequeña escuelita “Alejandro Noemí Huerta” para compartirles las gracias de Dios recibidas por mediación de San Charbel…

Por un año María Simón González dio testimonio de la gracia recibida y su fe en Dios. Luego, el tres de mayo de 2007, vivió su Pascua cuando falleció a los 55 años de edad a consecuencia de una nueva enfermedad, distinta, un agresivo y silencioso linfoma.

San Charbel

El santo monje eremita Charbel, nació con el nombre Youssef Antoun Makhlouf el 8 de mayo de 1828 en Bkaakafra (Norte del Líbano),como hijo de padres maronitas, una familia muy humilde pero de reconocida fe y devoción. De pequeño quedó huérfano de padre, cuando este fue obligado sin piedad a alistarse en el ejército turco, dominador y opresor, simplemente porque poseía un burro para el transporte de la provisión militar. Atraído a la vida religiosa por influencia de sus tíos maternos, dos ermitaños que él a menudo visitaba, a los 23 años de edad dejó furtivamente su humilde casa de Bekacafra y entró de monje en la Orden Maronita Libanesa que sigue la santa Regla de San Antonio Abad. Allí el joven Youssef Antoun Makhlouf adoptó el nombre Charbel (mártir del siglo II).

Corría el año 1875 y tenía 23 años cuando Dios inspiró a Charbel el retirarse en la Ermita de San Pedro y San Pablo dependiente del Convento de San Marón – Annaya. A pesar del rechazo inicial de los superiores del Monasterio finalmente el 15 de febrero de 1875 ascendió hasta la Ermita. Allí permaneció por 23 años, creciendo en santidad bajo el camino asceta… entregado a la adoración de Dios en el silencio, la oración, la veneración y el trabajo manual. El amor fervoroso a la santa Eucaristía, como su confianza en la protección mediadora de la Santísima Virgen María nutrían su alma. Era devoto del rezo del rosario y no solía abandonar la Ermita salvo por orden de su superior. Por las noches, fiel a las enseñanzas de los padres ascetas santos, se arrodillaba sobre una esterilla de caña ante la sacristía, en veneración y éxtasis.

Cerró sus ojos al mundo para ir al encuentro de Dios el día 24 de diciembre de 1898. El 9 de octubre de 1977 fue proclamada su santidad. El cuerpo incorrupto de San Charbel permanece en el Monasterio Santo Maròn – Annaya.

Artículo originalmente publicado por Portaluz

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