Hay quien concluye que todas las religiones son iguales en su peligrosa pretensión de monopolizar la verdad, que todas son igualmente propensas a la intolerancia y a un carácter dañino, por lo que sería mejor adoptar como principio igualitario una actitud hostil con respecto a ellas.
Los más coherentes de entre los que así opinan juzgan necesario luchar política e ideológicamente contra su influencia con la misma determinación intransigente que cuando se lleva a cabo una campaña de desratización. Son los herederos de la Ilustración.
Su creencia es radicalmente falsa.
Porque es una suposición delirante resolver unilateralmente que de ninguna experiencia espiritual acumulada por la humanidad desde su aparición se pueda aprender nada.
No es cierto que todas las religiones reivindiquen el monopolio de la verdad ni que las garantías que aporten sean equivalentes. Una tipología de las religiones, por somera que sea, es suficiente para demostrarlo.
La mayoría de las religiones no pretende desvelar la verdad
1.Hinduismo
Esta religión cuyos mitos fundadores se pierden en la noche de los tiempos, no aspira a garantizar la exclusividad de la verdad. Transmitidos de generación en generación, sus relatos fundadores no se colocan bajo la tutela de ninguna autoridad reconocida. Ello no impide que algunos hindúes, como personas cualquier otra religión, persigan a aquellos que no comparten sus creencias (cristianos y musulmanes).
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2.Budismo, confucianismo y taoísmo
Son sobre todo expresiones de sabiduría de la vida fundadas por grandes maestros sabios (Buda, Confucio y Lao-Tse) y no son, estrictamente hablando, religiones en el sentido que entendemos. No pretenden revelar la verdad, sino constituir un estilo de vida destinado a tener éxito en la existencia aquí abajo. No nos informan sobre el sentido de nuestra vida terrenal ni sobre nuestra eventual vida después de la muerte.
3. Las religiones animistas
En particular aquellas que incluyen sacrificios humanos, como en el caso del culto rendido por los cartagineses al dios Baal o el de los aztecas al dios sol, tienen como objetivo mantener una armonía cósmica siempre precaria y conseguir la paz social manteniendo a distancia las fuerzas oscuras y malignas del universo. No se preocupan de certificar su origen divino ni de responder a una búsqueda de sentido vital. La cuestión de la verdad no les preocupa.
4.Religiones laicas
Algunas religiones deifican el sistema político y refuerzan la autoridad de los dirigentes: era el caso de los imperios inca, egipcio y romano, y sigue siendo el caso del sintoísmo en Japón. Y en este sentido también se corresponden de la misma forma con las “religiones ateas”, como el nazismo o el comunismo, que florecieron durante el siglo XX. La verdad tampoco es su preocupación. Su afán es más prosaico: el mantenimiento de la cohesión social y el fortalecimiento de la legitimidad del poder establecido.
5.Las religiones sincréticas
New Age y sectas son el producto de un enfoque comercial con vistas a ofrecer al público un nuevo producto que se adapte a sus expectativas. No son el resultado de una búsqueda de la verdad.
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Religiones reveladas y verdad
Sólo las religiones reveladas (judaísmo, cristianismo, islam, mormonismo) pretenden revelar y transmitir una verdad de la cual no son inventoras.
El origen divino de su contenido, que todas ellas reivindican, es la garantía de la autenticidad del mensaje y todas se presentan como mensajeras fieles que no han añadido ni suprimido nada de la divina verdad original.
Los herederos de la Ilustración se confunden y, por ello, confunden a su mundo al afirmar que todas las religiones aspiran a la exclusividad de la verdad: simplemente no es cierto.
La cuestión de la verdad es central únicamente para las religiones reveladas y son un número reducido.
Para estas religiones y sólo para ellas se plantea la cuestión de la autenticidad de su origen divino. Pero no quiere decir que la cuestión sea irresoluble.