Cuesta mucho explicar qué tiene de bueno una serie como Ash Vs. Evil Dead, sobre todo cuando lo primero que a uno le salpica a la cara nada más asomar la cabeza a esta serie es sangre y caspaResulta muy difícil explicar por qué nos gusta Ash Vs. Evil Dead cuando lo primero que a uno le salpica a la cara cuando asoma la cabeza a esta serie de televisión es sangre y caspa. Tal vez lo mejor sea empezar por el principio. Evil Dead fue una película estrenada en 1981 hecha con cuatro duros por un grupo de amigos realmente entusiastas. La idea era hacer la película de terror más terrorífica de todos los tiempos y para eso siguieron una máxima muy extendida por aquella época, “llenar la pantalla de sangre”. Y eso hicieron.
No obstante, se da la circunstancia de que al frente de semejante disparate dramático y logístico estaba un jovencísimo Sam Raimi (Spiderman), un aspirante a cineasta de 22 años que consiguió engatusar a una docena larga de inversores para que pusieran un pellizco y poder filmar la que sería su primera película como director. Raimi, se había paseado por su Michigan natal con un corto ciertamente demencial bajo el brazo titulado Within the Woods que iba vendiendo como un ensayo de lo que pretendía hacer en formato largometraje. Debió de dar con más de un despistado porque Sam Raimi consiguió reunir 350.000 dólares para poner en pie su acariciada película de terror.
La idea para el guion era tan simple que la sola idea de sacar de ahí un largometraje de duración estándar ya era toda una osadía. Evil Dead nos contaba la historia de un grupo de amigos que van a pasar un fin de semana a una cabaña en mitad de un bosque y acaban despertando a unos horripilantes demonios del averno que comen almas y poseen a los humanos. Demencial.
Sin embargo aquella película estaba repleta de guiños al universo de H.P. Lovecraft, pero sobre todo, ponía en evidencia la capacidad de Raimi como director. Cuidadoso con la puesta en escena y hábil con el montaje el joven director sabía cómo generar suspense con la cámara pero sobre todo parecía conocer el género al detalle tanto, que sabía cómo reírse de él sin denostarlo. La verdadera virtud de Evil Dead radicaba precisamente ahí, en la capacidad de la película de reírse de sí misma y en su propia autoconsciencia como producto delirante cercano a la parodia pero al mismo tiempo, profundamente respetuoso con el género.
Evil Dead II, que en España se tituló Terroríficamente muertos, en Argentina Noche alucinante o también, Muertos malditos 2 y en Perú, Los muertos diabólicos 2, no fue más que un remake poco disimulado de la primera película. Hecha con más dinero, Raimi volvió a filmar básicamente la misma película solo que ahora poniendo mucho más en evidencia su carácter disparatado y delirante más cercano a un corto de Bugs Bunny que a una cinta de terror. Eso sí, con mucha sangre.
El truco estaba en tomarse la película como ella se tomaba a sí misma. En broma. Así, Evil Dead funciona a las mil maravillas y además, si uno consigue apartar la sangre y los fluidos de colores divertidos con astucia, se puede llegar a entrever incluso, a un virtuoso cineasta.
La tercera entrega de la saga, El ejército de las tinieblas, trató de acercarse al gran público reduciendo considerablemente la sangre y forzando aún más sus aspectos cómicos. Tal vez por esto la película pilló a más de uno con el paso cambiado, su destartalado sentido del humor, los guiños a las dos entregas anteriores y su profundo tufo a cine de serie B no gustó a nadie salvo a los cuatro locos que esperábamos con entusiasmo el regreso del inefable Ash Williams (Bruce Campbell), el más bocazas y lamentable de los héroes jamás vistos en una pantalla grande.
Pues bien, Ash Vs. Evil Dead es todo esto y nada al mismo tiempo. Desde luego que nadie se acerque a esta seríe sin haber visto, por lo menos, la película original de 1981 y si la soporta y más aún, encuentra algo por lo que valorarla, entonces adelante. De lo contrario ni se acerque, ni mire su cartel publicitario, es más, ni lea este artículo si es que ha llegado hasta aquí.
En cualquier caso se trata de un inofensivo y desprejuiciado ejercicio de terror y parodia al mismo tiempo que aun así ofrece puntuales momentos de brillantes (atención a cuando Ash le cuenta su historia a su compañero de trabajo en el almacén). Desde luego no es un producto para todos los públicos e incluso no es un producto para todos los adultos. Pero para el resto se trata de un divertida liberación dramática y formal con el cine de terror como telón de fondo.