La protesta de grupos radicales mapuches afecta a toda una comunidadLa semana pasada una parroquia ubicada en la región chilena del Biobío fue incendiada por un grupo de desconocidos. Pero no se trató de un hecho aislado, pues en los dos últimos años grupos encapuchados han quemado 12 templos religiosos (10 católicos y 2 evangélicos), confirmó la agencia EFE.
Estos ataques se están dando en el sur de Chile, una zona de conflicto mapuche (el pueblo originario más grande de ese país).
Curiosamente, luego de los incendios suelen aparecer escritos acusando a la Iglesia de ser “cómplice del Estado en una represión contra el pueblo mapuche”, dentro de un contexto de reclamos desde hace años vinculados a la propiedad de la tierra y la libertad de integrantes de ese pueblo que están en prisión.
En otra oportunidad, cuando quemaron una iglesia evangélica, apareció otro escrito que rezaba: “Todas las iglesias serán quemadas”.
La solución parte del diálogo
“Las iglesias quemadas se encuentran ubicadas en las comunidades mapuches, tenemos que pensar que estas iglesias fueron construidas por ellos mismos”, expresó el obispo de Temuco (capital de la novena región de Araucanía, zona mapuche), Héctor Eduardo Vargas en declaraciones a la prensa local.
Según Vargas, estos ataques no solo afectan a las iglesias, sino a la comunidad.
Por otro lado, consideró que el “pueblo mapuche es profundamente religioso”. Tal es así que los mapuches son animadores en sus comunidades, dirigen el catecismo, son misioneros laicos, tienen incluso seminaristas.
“Ahora la gente tiene miedo”, agregó.
Para Vargas “la solución definitiva parte del diálogo” habida cuenta de la situación compleja que se está viviendo ahí con el conflicto mapuche.
Si bien estos ataques son perpetrados por grupos radicales mapuches, el propio Vargas reconoce que hay una “deuda histórica” con este grupo étnico por la propiedad de la tierra, pero por otro lado la situación de violencia es injustificable.
En declaraciones a La Tercera de Chile en 2015, Vargas reafirmaba esto último y además aseguraba los grupos violentos “no tienen relación con la inmensa mayoría de las comunidades”.
“Los habitantes de la región, mapuches y no mapuches, no están de acuerdo ni comparten que la violencia sea el método para alcanzar justicia a sus legítimas demandas. Efectivamente, quienes llevan acciones de esta naturaleza son grupos que existen, que están muy bien organizados y que actúan en forma sistemática, pero no están relacionados con la inmensa mayoría de las comunidades. Eso no significa que las comunidades no estén concientes de lo que se les adeuda, pero no creen que la violencia sea el medio.
Pero en aquel momento también hacía referencia a una postura optimista.
“El gobierno regional está llevando adelante un valioso proceso de consulta en las comunidades mapuche. Eso es lo que la sociedad espera y necesita”.
De esta manera, a pesar de crecientes esfuerzos de acercamiento, el conflicto con los mapuches sigue siendo un pendiente de las autoridades chilenas.
Mientras no se ataque de fondo el problema en cuanto a las demandas y el diálogo se instale como solución, difícilmente la violencia injustificada logre finalizar.