La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!
Cada momento que pasa nos acerca al final de esta vida y al inicio de la eterna. Todo instante es oportuno para prepararse para ese momento tan importante. Puedes hacerlo con esta oración para tener paz en la hora de la muerte y preparar tu corazón para ver a Dios:
Oh tú, Señor de la eternidad,
nosotros que estamos condenados a morir
elevamos nuestras almas a ti en busca de fuerzas,
porque la muerte pasó por nosotros entre la multitud de hombres y nos tocó,
y sabemos que en alguna parte de nuestro camino estará esperándonos
para llevarnos de la mano y llevarnos … a no sabemos dónde.Nosotros te alabamos porque para nosotros ella no es una enemiga,
sino un gran ángel tuyo,
el único que puede abrirnos la prisión de dolor y sufrimiento
y llevarnos a los espacios inmensos de una nueva vida.Pero somos como niños, con miedo a la oscuridad y a lo desconocido,
y tememos dejar esta vida que es tan buena, y a nuestros seres queridos.Danos un corazón valiente para que podamos caminar por este camino
con la cabeza en alto y una sonrisa en el rostro.Que podamos trabajar alegremente hasta el fin
y amar a nuestros seres queridos con una ternura aún mayor,
porque los días del amor son cortos.Sobre ti ponemos nuestras cargas más pesadas que paralizan nuestra alma:
el miedo que tenemos de dejar a aquellos que amamos,
a quienes tendremos que dejar desabrigados en un mundo egoísta.Nosotros te agradecemos porque experimentamos el gusto bueno de la vida.
Te estamos agradecidos por cada hora de nuestras vidas,
por las alegrías y la luchas de nuestros hermanos,
por la sabiduría que adquirimos y será siempre nuestra.Si nos sentimos abatidos con la soledad, ayúdanos con tu compañía.
Aun cuando todas las voces de amor se apartaran y se fueran,
tus brazos eternos aún estarán con nosotros.Tú eres el Padre de nuestros espíritus. De ti vinimos y a ti iremos.
Nos regocijamos, en las horas de nuestras visiones más puras,
cuando el pulso de tu eternidad se siente fuerte dentro de nosotros,
sabemos que ninguna agonía de mortalidad podrá alcanzar nuestra alma inconquistable
y, para los que habitan en ti, la muerte es sólo un pasaje a la vida eterna.En tus manos entregamos nuestro espíritu. Amén.
(Del libro en portugués “Orações por um mundo melhor”, São Paulo, Paulus, 1997)