Aleteia logoAleteia logoAleteia
viernes 29 marzo |
San Eustasio, obispo - Viernes Santo
Aleteia logo
Actualidad
separateurCreated with Sketch.

El libro de la selva: Serás un hombre, hijo mío

Tonio L. Alarcón - publicado el 15/04/16

Intenta conservar el espíritu de Rudyard Kipling y, al mismo tiempo, lanzar guiños a la adaptación animada de Disney de los 60

La Cuaresma está llegando a su fin.
No olvides a Aleteia en tu ofrenda cuaresmal
para que brille la esperanza cristiana.
¡Apoya a Aleteia!

 

DONE AHORA

A veces, rodeados como estamos de narraciones producto de la mezcla y de la hibridación cultural, resulta difícil discriminar dónde terminan los detalles extraídos de una obra original y dónde comienzan los generados en sus adaptaciones –sobre todo, las cinematográficas– más populares.

De ahí que si, en general, la obra de Rudyard Kipling ya es, de por sí, notablemente desconocida por el gran público más allá de sus libros más reconocibles, todavía genera más confusión la estatura mítica alcanzada por la adaptación animada de El libro de la selva que Wolfgang Reitherman dirigió para Disney a finales de los años 60. Ha sido esa versión dulce, simplificada, la que ha quedado grabada en el inconsciente colectivo de sucesivas generaciones, marcando, a partir de entonces, la visión popular sobre el relato original de Kipling.

Lo que, bajo la pluma del escritor británico, nació como una metáfora sobre el colonialismo que retrataba con crudeza lo más profundo de la selva india, se ha transformado en una especie de Tarzán para niños –cuando es precisamente Edgar Rice Burroughs el que le debe, y mucho, a la obra que le dio la fama a Kipling–.

Ahí radica el dilema al que han tenido que enfrentarse Jon Favreau y su guionista, Justin Marks, a la hora de rodar lo que, oficialmente, es una versión de imagen real del filme de Reitherman. Y es que su reinterpretación de El libro de la selva quiere ser mucho más fiel a la esencia –que no a la letra– del libro de Kipling, y por lo tanto resulta más dramática y más violenta, pero, al mismo tiempo, intenta mantener cierta sensación de ligereza mediante pequeños respiros cómicos –fundamentalmente, a través de Baloo, como era de esperar con Bill Murray poniendo la voz original, o a través de los pequeños animales de la selva– y de interludios musicales.

Un equilibrio expresivo algo esquizofrénico, pues, a través de esos guiños a la audiencia infantil, desplaza de forma constante el centro narrativo del relato, apartándolo de lo que realmente resulta fundamental: la descripción del proceso de maduración forzosa de Mowgli (Neel Sethi), físicamente limitado por la lentitud de crecimiento de los cachorros humanos, al tener que enfrentarse a la amenaza de muerte de Shere Khan.

En ese conflicto, tan moral como personal –ambos representan formas opuestas de liderazgo, lo que dota de una sorprendente dimensión política al filme–, está lo mejor de un largometraje que sube muchos enteros cuando lanza una mirada más adulta a su material de base.

La cuestión es que todo ese discurso está construido sobre una narrativa (casi) enteramente concebida a través de efectos CGI, y planificada para maximizar el impacto visual en determinadas condiciones de exhibición –más que nada, Imax y 3D–, lo que marca, no siempre para bien, las decisiones creativas de Favreau.

El largometraje está repleto de momentos de gran belleza, pero la recurrencia del uso de determinados detalles de impacto –como esos travellings que atraviesan la jungla, y que buscan aprovechar al máximo los efectos estereoscópicos– transmiten cierta sensación de mero gimmick visual.

Evidentemente, rodar una obra de semejante ambición en entornos naturales habría sido absolutamente inviable, pero resulta difícil quitarse la impresión de que esta relectura de El libro de la selva sale, desde el mismo día de su estreno, con fecha de caducidad, por culpa de lo visualmente centrada que está en el uso de los efectos digitales de última generación. Algo que llama poderosamente la atención respecto a las animaciones de los animales, que, por avanzadas que resulten a día de hoy, no por eso dejan de rozar el efecto del valle inexplicable –o, dicho de otra manera, que no acaban de resultar tan hiperrealistas como pretenden sus responsables– y, por lo tanto, parece claro que están destinadas a envejecer de forma acelerada.

Tags:
cinegrandes producciones
Apoye Aleteia

Usted está leyendo este artículo gracias a la generosidad suya o de otros muchos lectores como usted que hacen posible este maravilloso proyecto de evangelización, que se llama Aleteia.  Le presentamos Aleteia en números para darle una idea.

  • 20 millones de lectores en todo el mundo leen Aletiea.org cada día.
  • Aleteia se publica a diario en siete idiomas: Inglés, Francés, Italiano, Español, Portugués, Polaco, y Esloveno
  • Cada mes, nuestros lectores leen más de 45 millones de páginas.
  • Casi 4 millones de personas siguen las páginas de Aleteia en las redes sociales.
  • 600 mil personas reciben diariamente nuestra newsletter.
  • Cada mes publicamos 2.450 artículos y unos 40 vídeos.
  • Todo este trabajo es realizado por 60 personas a tiempo completo y unos 400 colaboradores (escritores, periodistas, traductores, fotógrafos…).

Como usted puede imaginar, detrás de estos números se esconde un esfuerzo muy grande. Necesitamos su apoyo para seguir ofreciendo este servicio de evangelización para cada persona, sin importar el país en el que viven o el dinero que tienen. Ofrecer su contribución, por más pequeña que sea, lleva solo un minuto.

ES_NEW.gif
Oración del día
Hoy celebramos a...




Top 10
Ver más
Newsletter
Recibe gratis Aleteia.