Querida Crescat,
Me resulta penoso ir a misa algunos domingos. Tengo 42 años, nunca me he casado ni tengo hijos. Todas las mañanas de domingo, cuando me siento en la iglesia entre tantas parejas y familias, mi soledad y mi soltería son más notables. A veces la experiencia puede resultar tan dolorosa que ya no disfruto yendo a la iglesia y evito ir a misa. Odio no ser capaz de disfrutar de la misa y que me sienta más miserable después de ir, en vez de sentirme mejor. Me gustaría saber tu opinión sobre cómo afrontar esta cuestión.
Atentamente, Triste en Misa
Querida Triste en Misa,
Siento de veras tu dolor. Yo también padezco la soltería, pero permite que te diga que no es en absoluto una excusa para saltarse la misa y alejarte de Dios. ¡Detén ahora mismo ese hábito!
Nuestro Santo Padre acaba de publicar su exhortación, Amoris Laetitia, que se centra en las necesidades de la familia, y eso es importante, pero tendremos que esperar para ver si Su Santidad tiene algo más que decir en relación a los padres y madres solteros, o si le dedicará unas “palabras al cansado” (Isaías 50, 4) que nunca se ha casado.
Mientras tanto, deja que te cuente una historia. Érase una vez, yo también odiaba ir a misa. Para ser sincera, aún sigue sin gustarme ir a misa los días grandes, como en Pascua o Navidad. No tengo paciencia para las multitudes o para personas que aparecen de repente en la iglesia después de haber estado ausentes durante el resto del año. De hecho, un domingo típico puedo distraerme fácilmente con lo que me rodea, tanto que llego a sentirme frustrada y abrumada, “más miserable”, como tú dices. Pero la culpa por mi actitud negativa es sólo y exclusivamente mía.
Entonces, cierto día, mientras rezaba antes del comienzo de la misa, le pedí a Jesús que me ayudara a concentrarme en Él y no en mi irritación cuando alguien intenta sostener mi mano durante el Padrenuestro. De repente, tan claro como si alguien hubiera hablado dentro de mi cabeza, escuché “La práctica hace al maestro. Ve a misa diariamente”.
Ya sabes lo que voy a aconsejarte, ¿no? La práctica hace al maestro, ve a misa todos los días.
Te puedo garantizar que no sentirás ni siquiera un poquito de incomodidad sentándote a solas todos los días en misa, porque la misa diaria, ya sea en la mañana o la tarde, se compone básicamente de mayores jubilados y de personas que van camino del trabajo o están en su pausa para comer. Es la misa perfecta para un soltero o soltera. Rápida, tranquila, devota y al grano.
Esta práctica requerirá cierto esfuerzo logístico para conseguir asistir diariamente a la misa. Pero los beneficios superan con creces el esfuerzo y las inconveniencias. Si vives en una ciudad, tendrás más opciones disponibles. Yo tengo la suerte de disponer de una hora para comer y de tener una iglesia a tiro de piedra que ofrece misas diarias por la tarde.
Es posible que tu situación sea parecida. O puede que vivas en el extrarradio y tengas que desplazarte, para lo cual tendrás que levantarte temprano para ir antes de trabajar y encontrar alguna parroquia que esté de camino al trabajo. Si vives en un medio rural o no tienes acceso a una misa diaria debido a horarios conflictivos o inaccesibilidad por las distancias, te recomiendo encarecidamente que hagas hueco para una noche de misa o adoración a la semana. Hay muchas parroquias que ofrecen misa al menos una noche a la semana. Tal vez puedas ir a misa todos los miércoles noche y a adoración todos los viernes noche.
Pero por favor, hagas lo que hagas, no permitas que tu única experiencia con la Presencia Real sea la de un día a la semana, obligatorio y emocionalmente doloroso.
Te ofrezco este consejo práctico por un motivo. Sé, como soltera doliente que soy a veces, que sería superficial decirte simplemente que hicieras el sacrificio, o que respondiera con desdén diciendo que la misa no va sobre ti, sino sobre Él, que seguro que ya los sabes, y nada de esto serviría de mucho para reconocer o aliviar tu verdadero dolor y tu sufrimiento.
No puedo arreglar tu actitud ni tu situación. No puedo forzarte a superarlo y a sentirte feliz. Pero sí puedo decirte que confíes en Jesús y que frecuentes su compañía. Puedo ofrecerte consejos prácticos para lidiar con el dolor, aunque no necesariamente hacer que desaparezca. De todas formas, convivir de forma práctica con los sentimientos que experimentas es el primer paso para aceptar tu situación y hacer las paces con el hecho de no tener pareja.
Una cosa puedo prometerte: si asumes este esfuerzo, llegará un momento en que te volverás más fuerte emocionalmente para combatir esos sentimientos de soledad y autocompasión que están carcomiendo tu bienestar espiritual. Con la gracia de la misa diaria y la adoración serás capaz de encarar con resolución la misa de domingo; ¡incluyendo a esas adorables parejas y familias!
Hoy celebramos a...