Alguien se ha preguntado: ¿por qué Jesús habla "constantemente" como si no fuera hijo de Dios? ¿O actúa como si no lo fuera?
Para hacer estas preguntas dicha persona se basa en dos episodios de la vida de Jesús:
1. Cuando Jesús desde la cruz grita, antes de morir: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado? (Mt 27, 46).
2. Cuando Jesús, en su discurso escatológico, toca el tema de la futura venida del Hijo del hombre; y Él dice que de la fecha y la hora nadie sabe nada, ni los ángeles de los cielos, ni el Hijo, sino sólo el Padre (Mt 24, 36).
Pues bien, Jesucristo nunca pone en entredicho su condición divina, su condición de hijo de Dios.
Nunca ignora ser la segunda divina persona de la Santísima Trinidad. Tampoco niega de manera alguna ser hijo de Dios, ni actúa o habla como si no tuviera ninguna relación con Dios Padre o con Dios Espíritu Santo.
3 episodios de la vida de Jesús
Para aclarar esto recordemos solamente tres episodios de la vida de Jesús, de los tantos que nos ofrece el Nuevo Testamento, que nos dan luz sobre el asunto:
1. Cuando el niño Jesús, después de que Él junto a María y José fueron en peregrinación a Jerusalén, se queda a discutir con los doctores de la ley en el templo. Él le responde a su madre, cuando esta le pregunta por qué Él no regresó a casa con ellos:
Por tanto, desde niño, Jesús sabe perfectamente quién es Él y cuál es el objetivo de su encarnación; no hay, pues, ninguna contradicción en su mensaje ni en su obra.
2. Otra prueba de la conciencia que Jesús tenía de su divinidad es haber superado las tentaciones en el desierto (Mt 4, 1-11), a través de las cuales el diablo pretendía acabar con el proyecto de redención de raíz haciéndole creer a Jesús que no era hijo de Dios.
Y Jesús con sus respuestas le hace ver que es consciente de que sí lo era.
3. Jesús sabe perfectamente que Dios es su padre: