El papa Francisco predicó sobre la limosna y la misericordia en la audiencia especial jubilar del 9 de abril de 2016 en la Plaza de San Pedro.
El Pontífice pidió a los fieles no identificar “la limosna con la simple moneda ofrecida de afán”.
Entonces, exhortó a “mirar a los ojos del pobre”; así “Dios no les ocultará su rostro”.
También solicitó saber distinguir de las diferentes formas de mendicidad “que no prestan un buen servicio a los verdaderos pobres”.
La buena limosna
La limosna como un gesto de ‘atención sincera’ hecho en secreto, en línea con la lectura del Evangelio según San Mateo 6.
Asimismo, invitó a los padres a educar a los hijos a dar la limosna con sacrificio propio. No dar lo que nos sobra.
A continuación, en la predicación en el marco del Año Santo, el Papa sostuvo que “la limosna debería llevar consigo toda la riqueza de la misericordia”.
Se trata de un acto de amor que tiene mil caminos pero que confluyen en “aliviar la vida” de aquellos necesitados.
Antes de la audiencia, el Papa fue recibido por miles de fieles y una música de ‘banda alegre’ en una jornada soleada y, en medio de especiales medidas de seguridad.
Atención a los más pobres
En su predicación, expresó que la limosna es un “deber antiguo” que tiene raíces en la Biblia.
“Hay páginas importantes en el antiguo Testamento donde Dios exige una atención especial hacia los pobres”. En especial atención a los “extranjeros, los huérfanos y las viudas”.
Dios reitera –según el Papa– la necesidad de los más débiles.
“Dios quiere que el pueblo cuide estos nuestros hermanos…yo diría que están en el centro del mensaje; adorar a Dios con el sacrificio, es adorar a Dios con la limosna”, insistió.
La enseñanza: “Da generosamente y mientras dones que tu corazón no se entristezca”.
Los que se justifican para no dar limosna
Dejando las hojas de lado, el papa Francisco se refirió a las personas que se justifican para no dar limosna a los mendicantes.
“Esto que yo le doy, él se va a comprar vino para emborracharse, pero sí él se emborracha es porque no tiene otro camino... ¿Y tú cuántas cosas haces escondido que nadie ve?
Luego cuestionó: ¿Tú eres el juez de ese pobre hombre que te pide una moneda para un vaso de vino?”.
Dar caridad sin alardes
El Papa dijo que le gustaba recordar el episodio bíblico del anciano Tobías que después de recibir una jugosa herencia llamó a su hijo y lo instruyó.
Le enseñó que no dejara de dar limosna a los pobres y no quitara sus ojos de ellos, porque de esta manera “Dios no quitará su mirada de ti”.
Sucesivamente, al recordar la enseñanza de Jesús referida a “lo que haga tu mano derecha no lo sepa la izquierda”, pidió no hacer caridad para demostrar a los demás cuán generosos somos.
Mirar a los ojos del pobre
“¿Yo soy capaz de detenerme a mirar a los ojos a la persona que me está pidiendo ayuda? ¿Soy capaz?”, inquirió.
Por ende, explicó que no se debe identificar “la limosna con la simple moneda ofrecida de afán, sin mirar las personas, sin detenernos a mirar la persona para entender lo que necesita de verdad”.
El Papa es pragmático y también pide saber distinguir las diferentes formas de mendicidad “que no prestan un buen servicio a los verdaderos pobres”.
En suma, “la limosna es un gesto de atención sincera a quien se acerca a nosotros y pide nuestra ayuda, hecho en el secreto amor, donde sólo Dios ve y comprende el valor del acto”.
No dar sólo lo que nos sobra: La parábola de la madre argentina y el filete
“Hacer la limosna debe ser para nosotros un acto de sacrificio”, constató.
El Papa contó la historia de una madre argentina que tenía tres hijos. “Estaban en la mesa comiendo un filete a la milanés –como se dice en mi tierra- y tocan a la puerta- ‘mamá hay un pobre que pide de comer, ¿qué hacemos?’ – ¡le damos algo!’, se esmeraron los tres”.
Sucesivamente, el Papa explicó el sacrificio de la limosna, continuando la historia: La mamá pidió ‘corta la mitad de tu filete, tu también, cada uno parte un pedazo y hacemos dos bocadillos’ – ¡no, mamá, no!
“No, tú das de lo tuyo, das lo que te cuesta. Eso es involucrarse con el pobre. Yo me privo de algo mío”, agregó.
Asimismo, invitó a los padres a educar a los hijos a dar la limosna con sacrificio propio. “Ser generosos con lo que se tiene”.
“Se es más feliz en el dar que en recibir”, concluyó al recordar la enseñanza del apóstol Pablo.