El polémico candidato dice que la mujer que aborta debe ser castigada El Comité de Edición del semanario estadounidense Our Sunday Visitor (OSV) ha escrito, en el editorial de esta semana, una contribución al debate sobre el aborto a partir de las expresiones del pre-candidato republicano Donald J. Trump sobre el tema.
Los puso en sintonía
Es muy raro –se puede leer en el texto– que los líderes pro-vida y los defensores del aborto en Estados Unidos encuentren algo en lo que puedan estar de acuerdo.
Pero el pretexto se lo dio Trump cuando, a fines de marzo pasado, declaró que él cree que la mujer que aborta debe ser castigada.
En una “muestra extraordinaria de inconformidad e uniformidad –dice el editorial de OSV—los movimientos pro-vida y pro-aborto ofrecieron declaraciones similares condenando a Trump por sus dichos y tomando postura a favor de la protección y los derechos de la madre de un niño abortado”.
Para Jeanne Mancini, presidenta de March for Life Education and Defense Fund, una organización abiertamente pro-vida, “la mujer que elige abortar, a menudo lo hace por desesperación y, después, lamenta profundamente esa decisión”.
Por su parte, Dawn Laguens, de la trasnacional del aborto Planned Parenthood Action Fund, asevero: “La vida de las mujeres no es desechable.”
Derechos versus tragedia
Sin embargo, las coincidencias entre ambos grupos terminaron ahí. En los días siguientes, la crítica contra el movimiento pro-vida creció, con los partidarios del aborto enfocándose en lo que llamaron “una falta de lógica” de parte de los pro-vida: “si ellos creen que el aborto es un asesinato, ¿por qué los pro-vida no están a favor del castigo a la mujer que eligió abortar como a cualquier otro asesino?”
Para la comunidad pro-vida, sigue diciendo el editorial de OSV, el razonamiento se extiende más allá de la naturaleza misma del aborto. “Mientras la comunidad del derecho-a-elegir ve el aborto como un “derecho” de toda mujer que debe ser defendido a toda costa, la comunidad pro-vida reconoce el aborto como una trágica destrucción de la vida de un ser humano inocente que daña a todos; sí, al niño, pero también a la madre, al padre, a los abuelos, a los hermanos, a la sociedad en general.”
Los abogados del aborto ven a las mujeres que abortan como víctimas de las circunstancias. Los pro-vida también las ven como víctimas, pero no de las circunstancias.
Escogiendo abortar, dice el editorial de OSV, la mujer participa “en un supremo acto antinatural: la muerte de su propio hijo y, como tal, es víctima de graves cicatrices emocionales, infinitamente mayores que cualquier tipo de castigo que pudiese concebir el mundo”.
El camino es claro
Más adelante, el editorial de OSV señala que por esta última razón, la Iglesia católica ve en el amor y en el acompañamiento post-aborto a las mujeres –con proyectos específicos como el Proyecto Raquel— la única vía para la reconciliación: con ellas mismas y con Dios, y para sanar sus heridas.
“La Iglesia comprende la gracia, humildad y el gran bien que puede venir a una mujer que obtiene la paz después de haber abortado. El castigo podría ser solo una barrera para la santidad. La verdadera falta de lógica, por lo tanto, se encuentra en el movimiento pro-aborto, que trata al niño que crece dentro de su madre como una masa de tejido a eliminarse a voluntad, o como una enfermedad a tratar en lugar de tratralo como al niño que –indudablemente– es”, dice en un párrafo decisivo el editorial de OSV.
Y termina recordando que, para los católicos, el camino es claro: la responsabilidad de proteger la vida en cualquier estadio en que se encuentre, y cuidar a la mujer que la porta en su seno.
La fecundidad es un tesoro y un regalo sagrado. “Y es el mensaje que la comunidad pro-vida debería esparcir ampliamente.”
NOTA Los miembros del Comité Editorial de OSV son Owen F. Campion, Beth McNamara, y Gretchen R. Crowe.