Sólo quedan seis de estos templos en toda la isla.
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Imagina una iglesia pequeña, en la que apenas cabe una congregación de quizá poco más de cien personas, construida en piedra y madera.
Ahora, añade una cobertura, en paredes y techo, de tierra. Y luego, para coronar, cúbrela con césped. Listo: ya tienes una clásica “iglesia de césped” islandesa.
La última vez que se construyó una iglesia en Islandia siguiendo este patrón fue a mediados del siglo XIX. En toda la isla, apenas si sobreviven en pie seis de estas.