“No necesitamos que el imperio nos regale nada”, escribe el expresidente cubanoCasi al mismo tiempo que los ataques terroristas sacudían Bruselas y Lahore, Barack Obama, presidente de Estados Unidos, llevaba a cabo una gira por Cuba y Argentina, en la que pronunciaría un discurso contestatario en el Teatro Alicia Alonso de La Habana y acabaría bailando tango en Buenos Aires.
Lo que fue un especie de regocijo popular en Cuba –sobre todo cuando días más tarde se presentó la banda de rock inglesa The Rolling Stones, ante 300.000 aficionados—y una marcha multitudinaria en Argentina, por su respaldo al régimen de Mauricio Macri, propició una respuesta irónica (muy a su estilo) de Fidel Castro Ruz en su columna “Reflexiones de Fidel”, del periódico oficial del Partido Comunista Cubano, Granma.
Fidel, desde hace mucho tiempo retirado “oficialmente” de la política, con 89 años de edad, no ha perdido su capacidad de ironía, que ha hecho cera y pabilo de muchos mandatarios latinoamericanos (por ejemplo, al expresidente de México Vicente Fox, a quien exhibió como “cachorro del imperio” cuando le pidió que “comiera y se fuera” en una reunión de las Américas en Monterrey, para que no se topara con el entonces presidente George W. Bush).
Según Fidel, Barack Obama pronunció un discurso en el que utilizó las palabras “más almibaradas” para decir que ya era hora de olvidarse del pasado, dejar el pasado, mirar el futuro juntos, Estados Unidos y Cuba. Para el mandatario estadounidense se trata de construir “un futuro de esperanza”.
Desde luego, según Obama, va a haber retos, que se pueden superar si se trabaja de manera conjunta “como amigos, como familia, como vecinos.”
Ante esta visión “almibarada”, Fidel repuso, con jiribilla, que se suponía “que cada uno de nosotros corría el riesgo de un infarto al escuchar estas palabras del presidente de Estados Unidos”.
Y luego explicó: “Tras un bloqueo despiadado que ha durado ya casi 60 años, ¿y los que han muerto en los ataques mercenarios a barcos y puertos cubanos, un avión de línea repleto de pasajeros hecho estallar en pleno vuelo, invasiones mercenarias, múltiples actos de violencia y de fuerza?”.
Más adelante, recurriendo a los viejos esquemas de su mandato, repuso: “Nadie se haga la ilusión de que el pueblo de este noble y abnegado país renunciará a la gloria y los derechos, y a la riqueza espiritual que ha ganado con el desarrollo de la educación, la ciencia y la cultura”.
Y finalmente advirtió, en su artículo de Granma que los cubanos “somos capaces de producir los alimentos y las riquezas materiales que necesitamos con el esfuerzo y la inteligencia de nuestro pueblo”.
No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta”, escribió
Quien pensara que tras la apertura diplomática y los buenos deseos entre Cuba y Estados Unidos las tensiones políticas iban a desaparecer, tras leer el artículo de Fidel -que es el líder moral indiscutible de la Revolución cubana- seguramente alimentará más dudas que certezas.
Pues como diría un famoso beisbolista estadounidense, “esto no se acaba hasta que se acaba”. Y lo de ambos países, apenas comienza.