Probablemente Batman alcanzó su cenit con la trilogía de Christopher Nolan: Batman Begins (2005), El caballero oscuro (2008) y La leyenda renace (2012). Con las anteriores películas de Tim Burton, Batman (1989) y Batman vuelve (1992) nadie quedó muy satisfecho y la sensación generalizada era que a uno le habían tomado el pelo seguramente porque a Burton aún no le habían pillado el truco.
Donde sí que nos tomaron el pelo y además sin disimularlo un ápice fue con las dos aproximaciones que dirigió Joel Schumacher, Batman Forever (1995) y Batman y Robin (1997). De hecho fue este último señor el que se encargó de que el hombre murciélago se tomara un respiro y se reseteara el personaje para que comenzara desde cero ocho años después corriendo un tupido velo.
En aquel momento, había un director, británico, que había dejado a más de uno con cara de perpetua estupefacción con esa maravilla de la narrativa fílmica que es Memento (2000). Christopher Nolan había despertado un inusitado interés por parte del público y de la crítica aunque sus dos trabajos siguientes, Insomnio y El truco final, dejarán al respetable con la sensación de que se podía haber hecho más y también con la impresión de que en efecto, quien estaba detrás tenía más cosas que decir. Era una sensación extraña, la impresión era que las piezas no habían terminado de encajar por alguna razón.
Warner le ofreció a Nolan la oportunidad de revitalizar al personaje con un nuevo comienzo de la franquicia. Con Batman Begins las críticas fueron desiguales. A unos les gustó al fin, un reinicio de la saga con un Batman verosímil y maduro en una ciudad creíble alejada de las maquetas que configuraban un título adulto sobre un personaje de comic.
A otros en cambio les pareció más de lo mismo. Y también es cierto, seguía habiendo algo de inexplicable falta de encaje en las piezas. En realidad Nolan tuvo mucha suerte porque aunque el film no funcionó todo lo bien que se esperaba (costó más de 150 millones y solo recaudó algo más de la mitad y eso en Hollywood es un fiasco). Pero algo debieron ver en Nolan que le dejaron dirigir una segunda entrega.
Con un presupuesto todavía mayor de 185 millones, El caballero oscuro superó los mil millones de recaudación y la crítica se deshizo en halagos. Algo había en esta secuela que la diferenciaba del resto, incluso de la primera entrega de la saga.
El caballero oscuro no solo garantizó continuidad del personaje “según Nolan” sino que además supuso un antes y un después en la obra de su director que hasta entonces no ha hecho más que estrenar alegrías para disfrute del cinéfilo (Origen, Interestellar…). Es como si el director hubiera encontrado su lugar en el mundo, su sendero.
Además de un Joker interpretado por Health Ledger que hizo olvidar de un plumazo al de Jack Nicholson en el Batman de Tim Burton, El caballero oscuro propuso una nueva forma de aproximarse al héroe disfrazado de murciélago. Hasta la fecha, y hoy lo seguimos viendo, la forma de hacer verosímiles a los superhéroes es dotándolos de sentimientos humanos. Son inmortales pero también sufren.
Sin embargo, Nolan concibió a un Bruce Wayne mimetizado con Batman, que ya no se trata de que tenga sentimientos humanos o no, con eso contaba Nolan, de lo que se trata en El caballero oscuro es del confuso papel que juega el concepto mismo de Batman cuando hablamos de justicia en una ciudad sin ley. ¿Quién es el héroe? ¿Por qué debe de ser él el héroe? ¿Qué lo diferencia del Joker? Y sobre todo, ¿será capaz Batman de cualquier cosa con tal de que la justicia prevalezca?
Nolan jugó a hablar de bien, mal y justicia cuando Estados Unidos aún sentía el escozor de los atentados del 11-S. Lo que Nolan propuso a un ritmo endiablado de escenas cortas entrelazadas e interrelacionadas que exigían al espectador una atención superior a la esperada en una película de Batman, era qué papel jugaba el personaje y sobre todo, si lo estaba jugando bien.
Nolan decidió no preocuparse por la más que evidente bipolaridad de Bruce Wayne que en casos normales le habría llevado a un psiquiátrico de cabeza y optó por remover el propio símbolo del murciélago para hacer la gran pregunta: ¿Qué significa Batman?
Hoy celebramos a...