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¿Qué tiene que ver Judas con cada uno de nosotros?

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Radio Maria - publicado el 25/03/16

La traición de Judas es una gran lección para los cristianos hoy y siempre

La liturgia en el miércoles Santo, nos pone frente al anuncio de Jesús de la traición de Judas. ¿Qué tiene que ver este discípulo con cada uno de nosotros?

Uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”. Y resolvieron darle treinta monedas de plata. Desde ese momento, Judas buscaba una ocasión favorable para entregarlo.

El primer día de los Acimos, los discípulos fueron a preguntar a Jesús: “¿Dónde quieres que te preparemos la comida pascual?”. El respondió: “Vayan a la ciudad, a la casa de tal persona, y díganle: ‘El Maestro dice: Se acerca mi hora, voy a celebrar la Pascua en tu casa con mis discípulos'”. Ellos hicieron como Jesús les había ordenado y prepararon la Pascua.

Al atardecer, estaba a la mesa con los Doce y, mientras comían, Jesús les dijo: “Les aseguro que uno de ustedes me entregará”. Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”.

El respondió: “El que acaba de servirse de la misma fuente que yo, ese me va a entregar. El Hijo del hombre se va, como está escrito de él, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del hombre será entregado: más le valdría no haber nacido!“. Judas, el que lo iba a entregar, le preguntó: “¿Seré yo, Maestro?”. “Tú lo has dicho”, le respondió Jesús.
Mt 26,14-25

Los no motivos de Judas

En los relatos de Mateo y Lucas, fue una verdadera venta, llevándola al desprecio de fijarla en 30 siclos del templo, precio de la venta de un esclavo. Sobre los motivos que hayan podido influir definitivamente en Judas los evangelistas acusan la “avaricia”.

Judas, probablemente, pensaba en Cristo como un Mesías nacionalista. Algunos llegaron a pensar que hubiese pertenecido al partido de los “zelotes,” exaltados nacionalistas. Y que en él, al ver el giro del mesianismo de Cristo, se desilusiono. Y por prevenirse de haber sido discípulo, hubiese llegado a su traición. Ya de atrás, san Juan dice que andaba en malos pasos con relación a Cristo (Jn 6:70.71).

En evangelio de san Mateo leemos que uno de los Doce, llamado Judas Iscariote, fue a ver a los sumos sacerdotes y les dijo: “¿Cuánto me darán si se lo entrego?”.

Es un modo avaro, vinculando la evangelización con lo económico, ya que Jesús no tiene aspiraciones de ese tipo. Perverso se llama a una persona que tiene mucha maldad, o que hace daño intencionadamente, ruin es la persona Vil, despreciable o con malas intenciones, ese es el carácter del traidor cuando hace la pregunta. “¿Cuánto me darán si se los entrego?”

Judas pregunta cuanto me darán por traicionar y vender al Hijo de Dios, solo alguien dominado por Satanás puede hacer esa vileza. Por eso Lucas, presenta la escena diciendo que entró Satanás en Judas.

No es un caso de posesión diabólica, sino la obra por excelencia del enemigo de Jesús y su reino, que pone en juego los resortes para la lucha, utilizando a un discípulo. Es decir, se vale el enemigo de la naturaleza humana, de un alguien para ir en contra del proyecto de Dios e intentar destruir el estilo sencillo y de anonadamiento de la propuesta del evangelio.

Es esta presencia de intriga alrededor de la figura de Jesús y de todo un complot que se genera en torno del Maestro para sacarlo del medio y permitir que venga un modo diferente del ejercicio de la salvación bajo el poder y la fuerza. El camino de Jesús es el de la humildad, el silencio, el de la espera de la obra de Dios.

Los tres evangelistas destacan la culpabilidad de Judas, al destacar que fue él a ofrecerse a los jerarcas para entregar a Jesús. Mateo y Marcos presentan a Judas en escena, dirigiéndose solo “a los príncipes de los sacerdotes,” que eran los ex sumos sacerdotes, junto con el pontífice de entonces.

Judas le pone precio a Jesús

Cuando la gratuidad es lo que marca los vínculos, las personas y las cosas compartidas no tienen precio. Judas no comprendió la gratuidad de su propuesta. Por eso los que buscaban la seguridad y la clandestinidad para prender a Jesús, se “alegraron,” al ofrecerles arteramente la entrega a un discípulo, conocedor de los lugares de su refugio.

Pero la traición fue con trato comercial. Judas propuso que se le retribuyese de alguna manera la entrega (Mateo). En Marcos se dice más globalmente que “prometieron” darle dinero. Pero Lucas también insiste en lo de Mateo: “convinieron” las dos partes en una cantidad de dinero. Y ésta fue fijada en “treinta monedas de plata.” que tenían que ser siclos del templo, ya que deberían ser repuestos luego en él (26:6).

El siclo (sheqel) del templo equivalía a unos 10 denarios aproximadamente. El fijarse el precio de la venta en treinta siclos se debe, seguramente, a un acto más de desprecio a Jesús, ya que, según el Éxodo, se fija en “treinta siclos de plata” el precio que había de pagarse a un dueño por un esclavo que se hubiese inutilizado (Ex 21:32). En el profeta Zacarías se lee cómo el profeta, representando a Yahvé, renuncia a continuar apacentando el rebaño de Israel, y pide su salario. Y me dieron — dice — de salario “treinta siclos de plata” (Zac 11:12-13). Y manda arrojar ese precio por haberle tasado en un precio de esclavos.

Al evocarse sobre esta venta el pasaje de Zacarías, en el que los treinta siclos se los dan despectivamente a Yahvé, no puede menos de pensarse en la sugerencia que, por insinuación, se hace de la relación de Jesús-Dios. 30 monedas es lo que se paga por un esclavo. Al no verse representado por el ideario de Jesús de sencillez, pobreza, entrega, sufrimiento, Judas eligió entregalo al precio de un esclavo.

Algunas veces he oído que se pensó si la precisión de este importe sería obra de Mateo o de la catequesis primitiva, por razón del simbolismo que encierra, sin que se quisiese precisar exactamente la cantidad. Sin embargo, la afirmación es muy firme.

Y el desprecio hacia Jesús es grande y muy lógico, lo mismo que el oportunismo de Judas, que estaba, más que por un provecho económico, en eximirse de responsabilidad ante los que lo empujaban a ir por ese camino de rebeldía.

El grupo del que forma parte Judas no acuerdan con este estilo de mesianismo, sino que los celotes buscaban el uso de armas y violencia. Judas no quiere quedar pegado al estilo de entrega y amor de Jesús y por eso se aparta y le pone un precio.

Hecho esto, Judas sólo buscaba cómo entregarle oportunamente, es decir, sin alboroto, para evitar posibles revueltas populares. Todo debió de quedar planeado para actuar al primer aviso de Judas, conocedor del lugar de retiro del Señor en Jerusalén aquellos días.

Cuesta entender qué fue lo que pasó con Judas. No hay un determinismo de Dios, si un hecho profético que anuncia que va a haber un entregador. Dios no determina un comportamiento y nosotros funcionamos como marionetas. Dios se anticipó en su mirada sabiendo el estilo de los comportamientos humanos.

El mal busca destruir la obra de Dios

El mal espíritu tiene espíritu asesino y busca terminar con Jesús y su obra. Al punto tal que es capaz de tomar los mismos textos bíblicos, mentirosamente, con el objetivo de terminar con la obra de Dios. De hecho, todo el entramado en contra de Jesús parte de una perspectiva “religiosa”.

El mal también actúa revestido de bien, incluso de “religioso” y piadoso”. A Jesús lo acusan de blasfemo, de hacerse llamar Hijo de Dios, y quienes lo acusan usan un mensaje religioso. Sin embargo, Dios no quiso que fuera así, pero lo permitió.

Es muy importante este punto para distinguir a Dios del mal que se reviste de Dios. ¿Cómo se conoce a la larga? Por los frutos se conoce por los frutos. Dice el P. Fiorito que esta presencia de espíritu del mal bajo forma de bien, uno puede darse cuenta cuando pasó. Es la experiencia del centurión que dice “verdaderamente éste era el hijo de Dios”. O también cuando en la primera predicación de Pedro se convierten tres mil hombres.

El mal espíritu, bien sutil, si no puede contra la obra de Dios, ataca intentando robar aunque sea algo. Cuando viene de frente parece Jesús, pero cuando pasa, desde atrás se le ve la cola: muestra su mala intención, el descaro, la mentira, el espíritu destructor y deja a la clara que su paso ha sido para separar y dividir a los hermanos, alborotar y promover la rebeldía al plan de Dios.

Eso es lo que pasa en el proceso de Jesús, en donde revestido de defensa de lo religioso, organizan un complot para apresar a Jesús y Judas lo entrega por unas pocas monedas.

En la regla 14, San Ignacio dice que el mal espíritu es como un general que anda buscando como entrar al campamento de quien va a atacar y por eso elige el lugar más débil.

“Uno de ustedes me va a entregar”

Relata el Evangelio de san Mateo “Y, estando cenando, Jesús lanza la denuncia del traidor: “uno de vosotros me entregará.” La sorpresa fue profunda en todos. La nobleza de su alma les hacía ver su inocencia, pero la palabra del Señor, que siempre vieron se cumplía, les hizo temer sobre su futuro: llegaron a temer en un futuro de villanía.

Jesús, dice que lo entregaría uno que “mete la mano en el plato”. Esto no significa que en aquel momento Judas coincidía con Jesús tomando de un plato de comer algún manjar, ya que en la cena pascual cada uno tenía el suyo, ni era fácil que sólo en aquel momento Judas coincidiese con Jesús en tomar algo de la bandeja común, en aquel mezclarse todos sin un ritual de turnos.

Pero, en todo caso, el sentido no es ése. Cuando Judas salió del Cenáculo, los apóstoles no sabían quién era el traidor (Juan). La frase sólo significa que uno que tiene gran familiaridad con Él le va a entregar. La trición ocurre en el ámbito en donde la cosa se comparte en clave de familia. Es el sentido en que Juan usa, para decir lo mismo, un salmo en sentido “típico”: “El que come conmigo mi pan, levantó contra mí su calcañal” (Sal 40:9).

Jesús, bien consciente de su misión y de su fin, denuncia que va a la muerte. Es algo que siempre quiere destacar Juan: la gran conciencia de Jesús. Pero la gravedad del crimen de Judas se anuncia: “más le valía no haber nacido.” La frase, que es usual no alude al castigo que Judas pueda tener en la otra vida, sino a la monstruosidad de vender a su Maestro, al Hijo de Dios.

Cuando los apóstoles le preguntaron cada uno si era él, también Judas lo hizo. Y Jesús se lo dijo, pero en voz baja, de hecho Pedro hará señas a Juan para que pregunte a Jesús quién es (Juan), y sólo a ellos se lo dirá. Pero ni aun así sabían ellos que la traición era inminente.

La frase con que Jesús se lo denuncia, “Tú lo has dicho,” no es frecuente, aunque sí bíblica y extra bíblicamente conocida, y significa una cierta solemnidad. Es una frase solemne para mostrar el peso que tiene lo que la persona está diciendo.

El complemento detallado de esta denuncia es la narración que de ella trae el evangelista San Juan (13:21-30). En cambio, Mateo-Marcos, que ponen esta denuncia antes del relato de la institución eucarística, parecen situarla en su contexto histórico, y que Judas no recibió la Eucaristía.

En Corintios 10,12, encontramos: “El que crea estar muy seguro, cuídese de nos caer”. ¿Seré yo Señor? Profundamente apenados, ellos empezaron a preguntarle uno por uno: “¿Seré yo, Señor?”.

Los apóstoles no se sintieron seguros, la conciencia no los acusaba, sin embargo cada uno comenzó a preguntarse. Todos estamos en peligro de caer y tal vez todos caeremos si no estamos atentos, vigilantes y en oración constante para ser oídos y merecer la ayuda y la gracia de Dios.

Jesús eligió en su momento a Judas como uno de sus discípulos, y este participo dentro del grupo de los más leales. Traición es la acción y el comportamiento que quebranta y rompe la lealtad que se debía tener. Como cristianos, tenemos un compromiso con Cristo, ser como Él, y cada vez que no lo somos, estamos faltando a su confianza en nosotros.

Es bueno recordar que el ideal de Dios, es que seamos hombres buenos, como su Hijo Jesucristo.

Del Padre Javier Soteras. Artículo originalmente publicado por Radio Maria

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