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Les escribo a ustedes, terroristas islámicos: están destruyendo el honor de Dios

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Centro Cultural "Gli Scritti" - publicado el 25/03/16

Carta de un sacerdote después de los atentados de Bruselas

Les escribo a ustedes, terroristas islámicos.

Les escribo sabiendo que son creyentes. Solo la cerrazón de algunos quiere negarles esta dignidad de creyentes, como si fueran sólo rebeldes sociales, como si fueran sólo un poder más entre muchos que luchan por el control del petróleo. Nadie se autoinmolaría por un aumento del bienestar: ustedes lo hacen gritando que combaten por Dios.

Un filósofo musulmán ha escrito con gran agudeza:

“La mayor parte de los intelectuales ha olvidado de tal modo el poder de la religión, para bien y para mal, sobre la vida y la muerte, que me dicen: “no, el problema del mundo musulmán no es el islam, no es la religión, sino la política, la historia, la economía, etc”. ¡Viven en sociedades tan secularizadas que ya no recuerdan que la religión puede ser el corazón del reactor de una sociedad humana!”.

Su grito de guerra es “Allah akbar”, “Dios es el más grande”. Para ustedes es inconcebible que se viva en una sociedad sin Dios. Para ustedes es inconcebible que no se respete a Dios. Que se burlen de Él. Para ustedes es inconcebible que se eduque a las jóvenes generaciones sin prestar atención al bien y al mal, proponiendo a los jóvenes solamente enriquecerse, o empujándolos a buscar placeres efímeros como la droga o el sexo, sin la construcción de una familia sólida y el don de sí hasta el sacrificio, sin la preocupación de vivir según los mandamientos de Dios.

También nosotros advertimos la urgencia de esta gran cuestión. Me impactó un día la confesión de un argelino que escribía:

“Entre nosotros, la libertad es un espejismo, aquí en Occidente a menudo es sólo una caja vacía, una coartada para que cada uno haga lo que se le pasa por la cabeza. Libertinaje, diría, más que libertad. ¿Qué libertad es, por ejemplo, explotar el cuerpo femenino como vehículo de cualquier mensaje publicitario? El velo puede ser un símbolo de opresión de la mujer, pero la ostentación de la desnudez o un cierto modo provocante y provocador de vestir no exaltan la libertad femenina. ¿Dónde ha acabado el respeto por la persona? ¿Es éste el Occidente que queremos proponer al mundo islámico? Los musulmanes nos miran: ahora que vivo en Italia, entiendo cuán decisivo es, para ser de verdad creíbles, demostrar con hechos que una civilización que ha heredado los grandes valores del cristianismo pueda llegar a ser punto de referencia también para el mundo islámico, donde se está produciendo un encendido debate sobre la relación entre fe y modernidad. Grande es la responsabilidad de los cristianos y de la Iglesia para mostrar que se puede vivir como creyentes en una sociedad que se dice laica, pero que no usa la laicidad como excusa para reducir a Dios a un adorno. Si esto sucede, sería la muerte de toda verdadera experiencia religiosa frente a los dioses del consumismo, de la técnica y del racionalismo que quieren borrar el Misterio de la existencia humana”.

Pero no olviden que son ustedes, mucho más que todos, los que hoy están destruyendo el honor de Dios. Aunque consigan reclutar a jóvenes para sus actos violentos, cada vez más musulmanes y más no musulmanes se están alejando de Dios por el odio que leen en sus gestos, sabiendo que quien odia no viene de Dios.

La violencia con que actúan ustedes, degollando, matando, torturando, la violencia con que hablan, la violencia con que exponen los cadáveres decapitados, ultrajando no sólo a los vivos sino también a los muertos, está alejando a muchos de Dios. Por esto ustedes se sienten cada vez más solos.

Su uso de la violencia muestra que ustedes ya no creen en la fuerza que Dios tiene para convertir los corazones. Dios es tan grande que no puede aceptar que alguien le siga por miedo. Dios es tan grande que desea ser amado.

Ustedes usan la violencia porque no tienen nada que decir. Usan la violencia porque tienen miedo de que la causa de Dios se haya perdido. Usan la violencia porque tienen miedo de que los jóvenes, ante la modernidad, abandonen a Dios. No creen que Dios sea capaz, Él que es omnipotente, de atraer al mundo hacia sí con su misericordia.

Les vuelve violentos la certeza de advertir que ya no tienen nada que decir sobre Dios por lo que valga la pena escucharles. El odio con que ustedes matan y no dialogan es el signo de que saben que ya han perdido.

Dios, en cambio, nos enseña que la victoria no está en destruir, sino en construir. Dios ama a quien es capaz de mostrar, con la belleza de su vida, de lo que es capaz la fe. Dios llama a todos a mostrar cómo florece la vida cuando uno se confía a Él.

La desesperación y la tristeza que se desprende de sus muecas no hablan de la grandeza y de la belleza de Dios. De hecho, cada vez más musulmanes y no musulmanes piensan con razón que si Dios fuese como ustedes piensan, sería mejor ser ateos, sería mejor que Dios no existiese. Si Dios es violento como ustedes creen, entonces es mejor estar sin Él.

A una terrorista arrepentida de las Brigadas Rojas, que había matado como vosotros, le preguntaron un día: “¿Piensas alguna vez a lo que podrías haber hecho si no hubieras sido guerrillera?”

Ella respondió:

“Oh sí. Con nuestra inteligencia, nuestra pasión, nuestra dedicación, la autodisciplina de que éramos capaces, podríamos habernos metido en la batalla de las ideas, en el arte, en la investigación, en la literatura, y habríamos podido mejorar el mundo, incluso cambiarlo”.

Ustedes no están mejorando el mundo, y podrían hacerlo. Podrían dar testimonio de Dios teniendo hijos, escribiendo poesías, componiendo canciones, ayudando a los pobres, anunciando la misericordia de Dios. Muchos se dan cuenta de que, en cambio, ustedes tienen miedo de confrontarse con la cultura, con las ideas, con la filosofía, con la ciencia, con la libertad.

Ustedes tienen muchísimo dinero. ¿Por qué no emplearlo en la formación de los jóvenes? ¿Por qué no emplearlo para que vayan a la escuela superior y la universidad? ¿Para que las mujeres estudien? ¿Tienen miedo que si alguien estudia y piensa se olvide de Dios?

Pero ¡que pobre Dios sería un Dios que creara al hombre con la mente para pensar, con un corazón para componer poesías, con ojos para ver la belleza de la creación y del arte, con oídos para oír la belleza de la música, y después tuviese miedo de que el hombre, ante estas maravillas, se olvide de Él!

Un filósofo francés que descubrió hace poco la fe en Dios escribió:

“En esto consiste el problema del fundamentalismo… se parece a ese tipo de admiradores que dirigiéndose a Dante, por ejemplo, le dijeran: “Señor Dante, usted es admirable, ¡usted es el gran Dante!”; y Dante les pregunta: “¿Han leído La Divina Comedia? ¿Qué canto les ha gustado?” y los admiradores responden: “En verdad no, no la hemos leído”. Entonces el poeta pregunta: “entonces, ¿a qué esta admiración por mi?”, y los admiradores: “Sabemos que usted es el gran Dante, hemos oído hablar de usted, de su genio, de la fama que rodea a su persona, pero de su poesía no, no nos interesa”. Ven, a menudo le decimos a Dios: “Yo te amo, Creador”, pero no nos interesa la criatura. Y esto es absurdo, o más bien, perverso”.

El hombre no puede vivir plenamente su vida sin dar testimonio de que Dios es grande. Pero atestigua que Dios es grande precisamente en el amor por las criaturas. Es el diablo en cambio el que odia a las criaturas amadas por Dios.

Muchos cristianos y musulmanes se dirigen a los exorcistas porque saben que hay que luchar contra Satanás, que odia y no ama.

Juan, el discípulo que el enviado de Dios Isa/Jesús amaba más de sus discípulos, escribió sintetizando todo lo que había aprendido: “Dios es amor”.

Escribió también: “Quien no ama permanece en la muerte. Quien odia a su hermano es homicida, y saben que ningún homicida tiene la vida eterna”.

¿Necesitan ayuda para aumentar el nivel de instrucción de sus hijos, para que den gloria a Dios? Cuenten con nosotros. Los cristianos queremos renunciar a cualquier interés sobre el petróleo, sobre el dinero, sobre los bienes. Nos interesa sólo la libertad de estudio y esa libertad religiosa con la que todo hombre puede buscar la verdad sobre Dios para poder amarle como su conciencia le dicta. Por la libertad religiosa estamos dispuestos a renunciar a todo. Porque sabemos que un hombre que no sea libre ante Dios no podrá amarlo y no podrá decir con la adhesión libre del corazón que Dios es el más grande, el más grande porque es  misericordia.

¿Necesitan alguien que aumente en la gente sencilla el amor por la literatura, la poesía, la belleza, la amistad, el arte, la historia, la ciencia, la teología? Cuenten con nosotros. En mucho periodos más luminosos que el actual en la historia del Islam, musulmanes y cristianos estudiaron juntos y sus países se abrieron a la sabiduría de otras culturas: hoy tristemente lo único que les interesa a ustedes de Occidente son la tecnología y el bienestar. No se dan cuenta de que no habría tecnología ni bienestar sin una investigación libre, sin el estudio, sin la pasión por las cosas más importantes que la tecnología y el bienestar. ¡Cuánto se parecen en esto a esos occidentales que han olvidado a Dios, ustedes que viven sólo para Dios!

Si en cambio no les interesa que sus jóvenes maduren en el corazón y en la mente, estudiando y creciendo, continuarán destruyendo y matando, pero alejarán aún más a los hombres de Dios. Porque haciendo así deshonran a Alá.

Con la maldad con que ustedes masacran a los civiles, contra mujeres y niños, ya están deshonrando a Dios. Incluso si tuvieran razón en cuestiones de política internacional, o en la injusticia con que americanos, europeos, árabes, turcos, chinos han tratado a su tierra – pero no olviden que durante siglos han sido ustedes lo que atacaron e invadieron injustamente tierras que no eran suyas – su modo violento de actuar contra mujeres y niños hace que sus objetivos políticos se descalifiquen por su comportamiento. Nadie ve ya en ustedes la dignidad y nobleza de los patriotas, que luchaban por defender a su pueblo, manteniendo el honor, la dignidad y el respeto frente al enemigo.

Les invito a preguntarse – aunque ustedes rechazan la crucifixión afirmando que la muerte en cruz la inventaron los cristianos, pues Alá habría llevado a Jesús al cielo para evitarle una muerte injusta – cómo es posible que tantos musulmanes y no musulmanes adviertan la grandeza de Isa/Jesús.

Isa/Jesús nunca odió, al contrario, perdonó a la adúltera, perdonó al ladrón y al homicida, con su bondad convirtió el corazón de muchos violentos y malvados.

¿No es esta la mirada de bondad que sus hijos también necesitan? ¿No es esta la mirada que necesitan las mujeres del Islam? ¿No es esta la mirada de bondad que necesitan también ustedes?

Ante la mirada de bondad de Isa/Jesús todos podrán decir libremente que Dios es el más grande, y no huirá de Dios como ustedes temen porque no creen en su grandeza. Si Dios es el más grande sabrá atraer libremente los corazones a sí, incluso en medio del bienestar de Occidente, a través de la belleza, la serenidad, la dulzura, la alegría pacífica de la vida de los que le aman.

Artículo de Don Andrea Leonardo originalmente publicado por Centro Culturale Gli Scritti e traducido por Aleteia del italiano

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