2ª Estación: El Señor con la cruz a cuestas
Oración: Te adoramos oh Cristo porque por tu santa cruz redimiste al mundo
Nguyen Van Thuan cuando era obispo de Saigón en Vietnam, los comunistas lo metieron a la cárcel, donde estuvo 13 años, nueve de los cuales estuvo solo en una celda sin comunicarse con nadie. Si no hubiera sido por la Eucaristía, se hubiera vuelto loco. Él dice:
«Nunca podré expresar mi gran alegría al celebrar diariamente la Misa con tres gotas de vino y una gota de agua en la palma de mi mano… Han sido las Misas más hermosas de mi vida».
«En la cárcel pensaba en las persecuciones; en las muertes, en los martirios, que han tenido lugar durante 350 años en Vietnam y han dado a la Iglesia tantos mártires desconocidos: unos 150.000. Yo mismo creo que mi vocación sacerdotal ha sido misteriosa; pero, realmente, vinculada a la sangre de estos mártires de Vietnam, caídos en el siglo XX, mientras anunciaban el Evangelio y, permanecían fieles a la unidad de la Iglesia, a pesar de las amenazas de muerte… Por parte de mi abuelo materno, hay un hecho dramático: En 1885 toda la parroquia fue quemada viva en la iglesia… Los mártires nos han enseñado a decir sí: un sí sin condiciones ni límites al amor por el Señor. Pero los mártires nos han enseñado también a decir no a las lisonjas, a las componendas, a la injusticia, quizás con el fin de salvar la vida o gozar de un poco de tranquilidad.
Por mi parte, tenía el apoyo de mi madre. Cuando estaba en la prisión, era mi gran consuelo. Decía a todos: Reza para que mi hijo sea fiel a la Iglesia y permanezca donde Dios quiere que esté».
En la cárcel, durante 13 años, ofrecía sus dolores a Jesús por medio de María, a quien tanto amaba y a quien ofrecía todos los días el rezo del rosario.
Cuando obtuvo la libertad, pudo viajar al extranjero y el Papa lo nombró cardenal de la santa Iglesia. El año 2000 dio los ejercicios espirituales a la Curia Romana, en presencia también del Papa Juan Pablo II.
Falleció en Roma en el 2002.
Señor pequé, ten piedad y misericordia de mí